K. V.
El
invierno ha empacado sus cosas,
presto
y jubiloso se dispone a partir
de
la ventana; mi alma le despide con rosas,
rosas
de mariposas que he cultivado para ti.
Regresa
pronto buen amigo mío.
Te
esperaré ansioso día con día,
más
no tomes antes el camino
sin
llevar mis versos en tu compañía.
Grande
nostalgia inunda mi corazón
pues
fue en el invierno cuando de tu lado partí;
sin
un te quiero, sin un adiós, sólo lágrimas de pasión.
Sólo
tu imagen bella que guardo dentro de mí.
¡Oh
madre mía, lejos ya estoy de ti!
De
tus abrazos, de tus desvelos
de
tus tristezas, tus desconsuelos,
y
alegrías que viven siempre dentro de mí.
Junto
a la puerta de mi alma
están
esas bellas flores que la desnudan.
Que
la comprenden con tierna calma,
con
sus ojos claros y piel radiante que las
inunda;
y
la enternecen con sus relatos,
bellos
relatos que hablan de ti.
¡Oh
flores divinas de tiernos pétalos
venid
ya pronto, de nuevo a mi!
Bella
flor que en campo alguno germinó
y
que el canto de las aves propagó.
Grandes
corazones humildes ilumina,
montes,
valles, ríos y árboles impregna.
Entre
claros y bellos días,
tormentosos
y negros atardeceres
se
templaron tus ilusiones y alegrías
tus
inquietudes y padeceres.
¡Oh
bella flor, las llamas del amor llegaron
posándose
en tu jardín, entonces algo nuevo surgió
en ti,
en
tu vida, nuevos cantares las aves trinaron
nuevos
cielos y estrellas brillaron para ti!
Y
pasó el tiempo, pasó la vida,
tú,
más cariñosa, mientras crecían
bajo tu sombra esbelta y nítida
tiernos
retoños que te envolvían;
Hoy
bella flor, con tu belleza y amor que has entregado
sabia
e imponente luces en el campo;
quizás
con profunda melancolía te hayas preguntado
rodando
amargas gotas cristalinas por tu tallo;
Oh,
¿Dónde está el hijo amado que partió?
¿Qué
gran empresa lejos de mi lo separó?
¿Acaso
en esta vida más no lo veré yo?
¿Qué
camino infatigable el destino le deparó?
Murmullos
lejanos la flor escuchó:
-¡No
volverá!-
¡Quizás
se fue a la guerra y pereció!
¡O
quizás no te recuerda bella flor!
La
bella flor su corazón sintió morir,
tristemente
su retoño recordó,
día
y noche esperando verle venir,
prados,
ríos, montes y colinas recorrió.
Pétalos
de dolor y de tristeza
uno
a uno de su pecho desprendió,
suavemente
el viento recogioles con presteza
y
muy lejos los lamentos al retoño susurro:
¡Mi
ser amado, mi corazón,
regresa
pronto, calma este dolor
que
rompe mi alma y la ilusión
de
verte un día, sentir tus besos y tu calor!
¡Que
yo me muero en este campo,
mi
alma desierta y abandonada
sola
te espera con este canto
de
golondrinas de mi morada…!
Una
noche cálida y serena
cuando
la flor dormía apaciblemente
frente
al lago en la arena
llegose
el invierno suavemente.
Postró
el invierno en sus tiernas manos de apolo
a
la bella flor y la llevó por tierras, mares ,ciudades,
frente
a un inmenso roble le dijo contemplándolo:
eh
aquí tu retoño, el dueño de tus pesares.
Cuando
el vasto roble la flor miró, alegrose,
palpitando
fuertemente con sus ramas de cariño la envolvió
musitando
suavemente lleno de goce
¡Madre!,
¡Madre! Mil veces repitió.
No
llores mas, deja ese sufrimiento,
ese
mar de angustias calma dulcemente.
Ella
mirole con detenimiento,
-¡Hijo
mío!- Gritole fuertemente.
¡Se
fuerte mujer, que tu hijo amado vive y lucha!
Con
muchos retoños a su lado
grandes
clamores el campo inundan, escucha
nuevos
campos, cielos, corazones van forjando!
Por
la mañana la flor se despertó
con
nuevos sentimientos, volvió a vivir,
recordando
al hijo amado que partió
a
forjar nuevos campos, nuevos cielos, corazones a latir.
Y
poco a poco vio al invierno alejarse,
al
lado suyo iban las bellas flores
de
ojos claros y radiantes pieles.
En
busca de otras flores.