6 mar 2012

Aniversario de un Maestro: Oswaldo Guayasamín


Liseo González

“He pintado como si gritara desesperadamente,
y mi grito se ha sumado a todos los gritos que
expresan la humillación, la angustia del tiempo
que nos ha tocado vivir”

Oswaldo Guayasamín, nació en Quito, capital del Ecuador, el 6 de Julio de 1919. Fue el mayor de diez hermanos, de padre indígena de ascendencia quichua y madre mestiza. Durante su difícil infancia le tocó sufrir los prejuicios de tener un apellido de origen indígena.

Guayasamín, de ascendencia humilde, despertó desde muy temprana edad su aptitud por la pintura; su inquietud se despertó haciendo caricaturas de los maestros y compañeros de escuela. Posteriormente, y luchando contra el escepticismo de su padre, se gradúa de Pintor y Escultor en la Escuela de Bellas Artes de Quito. Realizó su primera exposición a sus escasos 23 años, en 1942. En 1943, después de recorrer durante un año los principales museos de Estados Unidos, viajó a México, donde conoció a José Clemente Orozco, del que fue alumno y a Pablo Neruda, con quien entabló una profunda amistad. Obtuvo en su juventud todos los Premios Nacionales y fue acreedor, en 1952, a los 33 años, del gran premio de la Bienal de España y más tarde del Gran Premio de la Bienal de Sao Paulo. Fue declarado el pintor iberoamericano por una cumbre de Jefes de Estado en La Habana, Cuba.

Su estilo realista, es uno de los más importantes estilos en el mundo del arte. Guayasamin era un gran humanista, un hombre humilde que entendía el alcance de un pintor y sabía proyectarse. Usó sus pinturas no solamente para abogar por los derechos humanos sino también para humanizar a nuestra sociedad representando ese dolor, esa rabia, esa angustia y esa reflexión de los más humildes. Transformó los colores y los lienzos en una epopeya, es decir, el hombre Latinoamericano. Nunca fue una persona de esconder su afiliación política, de la que estaba orgulloso.

Antes de adentrase en sus obras, tengo el deber de hacer la misma recomendación que algún día hiciera Pablo Neruda: “Pensemos antes de entrar en su pintura porque no nos será fácil volver.” Así es, no nos será fácil.

Sus obras se pueden ubicar en tres etapas:

“Huaycañan” (palabra quichua, que traducida significa “Camino del Llanto”), pintada de 1946 a 1952, está compuesta por 103 cuadros y un mural, es una visión de las etnias que componen el mestizaje americano: los indios y los negros, con sus culturas y sus expresiones de alegrías, tristezas, identidad, tradiciones y religión sobre todo de los países andinos, Perú, Bolivia y Ecuador.

 

“Vengo pintando desde hace tres o cinco mil años, más o menos. Y mi pintura es de dos mundos. De piel para adentro es un grito contra el racismo y la pobreza; de piel para fuera es la síntesis del tiempo que me ha tocado vivir.”


 “El Mestizo”


“La edad de la ira” entre 1961 y 1990, compuesta por 150 cuadros de gran formato, dentro de esa serie hay colecciones en torno a una misma temática: la denuncia de la violencia del hombre contra el hombre en este siglo. En ella se encuentran “Las manos” (12 óleos), “La espera” (11 óleos), “Mujeres llorando” (7 óleos), “Los Mutilados” (6 óleos), “Ríos de Sangre” (3 óleos) y “Reunión en el Pentágono” (5 óleos).

“Las Manos”

“Mi pintura sirve para herir, para arañar y golpear en el corazón de la gente. Para mostrar lo que el hombre hace en contra del hombre.”

                           “Ríos de Sangre I”                                            “Ríos de Sangre II”

                                                     “Ríos de Sangre III”

 “Reunión en el Pentágono”

“La Espera”
 “Si no tenemos la fuerza de estrechar nuestras manos con las manos de todos, si no tenemos la ternura de tomar en nuestros brazos a los niños del mundo, si no tenemos la voluntad de limpiar la tierra de todos los ejércitos; este pequeño planeta será un cuerpo seco y oscuro.”


 
”Hispanoamérica” 1982. Mural en el aeropuerto de Barajas, España.









“La Edad de la ternura” (“Mientras vivo siempre te recuerdo”), está es la tercera colección con más de 100 obras, que pintó desde 1988 hasta 1999, es un homenaje de amor a su madre, a las madres, como símbolo de defensa de la vida.


          


“La Madre y el Hijo”

Guayasamín nos dejó como legado su obra humanista, considerada como expresionista que refleja el dolor y la miseria que soporta la mayor parte de la humanidad y denuncia la violencia que le ha tocado vivir al ser humano de este siglo XX marcado por las guerras mundiales y civiles, los campos de concentración, los genocidios, las dictaduras y las torturas, es una obra que deslumbra y estremece. 

También dibujó a muchas personalidades, entre ellos Fidel y Raúl Castro, Francois y Danielle Mitterrand, Gabriel García Márquez, Rigoberta Menchú, Atahualpa Yupanqui, entre otros.

Guayasamín falleció a los 79 años de un paro cardiaco en Baltimore, Estados Unidos, el 10 de marzo de 1999. Cumpliendo con su expresa voluntad, los restos de Guayasamín reposan en una olla de barro resguardados por el árbol que él mismo sembró, llamado el Árbol de la Vida, que se encuentra en La Capilla del Hombre.

El Maestro Guayasamín dijo: “Mantengan encendida una luz que siempre voy a volver”, a lo que le podemos responder, ¡Maestro, usted nunca se fue, sigue aquí con nosotros! Y hoy en su décimo tercer aniversario, lo recordamos.