Por el placer de matar.
Alma Rojas.
"La historia de Anita, una huerfanita"
Ana Carolina era una jovencita que apenas comenzaba a vivir y que tenía un prometedor futuro, era la encarnación de “Anita La Huerfanita” a la que todo le había salido bien, porque ¿qué más quisiera una niña huérfana que ser adoptada por un matrimonio amoroso? Bueno parece ser que esta Anita no quería eso.
Ana Carolina y José Alberto |
Ana Carolina de apenas 17 años, quería algo más que las manicuras, la ropa, el auto de mamá o un plan para estudiar en el extranjero, Anita la Huerfanita, quería… matar.
¿Pero es acaso Ana Carolina un personaje ficticio?, me gustaría responder –Si- pero no es así, todo empezó el cinco de mayo, cuando la policía reportaba el hallazgo de dos cuerpos calcinados a las afueras de la ciudad, -el crimen organizado- se pensó, pero después de que los peritos de la Fiscalía realizaran las primeras indagaciones, se dieron cuenta que las víctimas eran una pareja de adultos mayores, reportados como desaparecidos por su hija de 17 años.
Cuál fue la sorpresa, cuando en la presentación de los detenidos, en vez de ver a un trío de malandros, estaban dos chiquillos fresones y una nenita con cara de muñeca.
Esa nenita era Ana Carolina, de quien se explicó había matado a sus padres para cobrar la herencia que ellos le había dispuesto, pero ¿Qué jovencita mataría por una herencia cuando ya vive con todos los lujos y el cariño?
Según los resultados arrojados por psicólogos y expertos en criminalista de la Fiscalía, Anita, mató por el placer de matar.
-Ana era una manipuladora -cuenta una fuente cercana a ella- definitivamente una manipuladora ¿pero asesina? Aun me cuesta creerlo- La fuente informa que Ana manipulaba a sus padres, pero era difícil adivinarlo, porque ¿Qué padres no le darían todo a una jovencita que es una estudiante buena, una niña que está en época de descalabro social, no tiene problemas con nadie, ni de su círculo social ni maestros ni familia? Además ¿Qué padres no le darían todo a esa hijita que con tantos trabajos adoptaron? -Si, definitivamente Ana era manipuladora, se notaba más con su novio-, José Alberto su novio, ya mayor que ella, era manejado por la joven cual títere, que responde a los hilos sexuales de su titiritera. -Ana y José Alberto, llevaban mucho tiempo juntos, terminaban pero ella siempre lo volvía a engatusar- recuerda la fuente.
Ana, José Alberto y un amigo mutuo, Mauro, planearon todo; el tres de mayo, un viernes, llegaron a la casa de Ana aprovechándose de varias circunstancias, la primera el padre no estaba y la segunda que la mujer que ayuda a la madre de Ana en el aseo del hogar no iba ese día, Ana llamó a su madre a la cocina y esta acudió al llamado, ahí Mauro la sorprendió por la espalda y con sus manos empezó a estrangularla, después uso cables eléctricos para ahorcarla y finalmente le inyectaron tres jeringas de ácido en el pecho y en la yugular; posteriormente escondieron el cuerpo y esperaron a que llegara la segunda víctima. Después llegó el padre. Alberto, el yerno, fue quien estranguló al padre y amarró su cuello a una pata de la mesa "para en caso de que despertar no pudiera moverse" expresó el joven en su declaración a la Fiscalía; a la segunda víctima también le inyectaron en la yugular.
Después tomaron 20 mil pesos de sus víctimas y salieron a cenar Hot-Dogs y después regresaron a la escena del crimen y entre unas cervezas limpiaron la escena.
Al día siguiente, llevaron los cuerpos a un lote baldío y los incendiaron, sin remordimiento, sin mucha premeditación, como quien decide teñirse el cabello un día así solo por el placer de hacerlo y quien al ver el favorable resultado, desea después de que los efectos de la tintura terminen por escurrirse en la regadera, volver a teñirse.
Ana Carolina, tiene, según Benito Méndez Salas, el coordinador de la licenciatura en Criminología del Claustro Universitario, una gran probabilidad volver a cometer un delito si sale de prisión, que será dentro de 15 años pues al ser menor de edad esta es la pena máxima que puede purgar, ya que sufre una anormalidad, desequilibrio, anomalía o irregularidad como prefiera verlo, que la inhabilita para sentir remordimiento, por lo cual se especula que su delito lo consumó no por una finalidad económica, sino por el simple y llano placer de matar.
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