24 ene 2013

Los Estilos de Aprendizaje y la Planeación Didáctica


Por Aníbal Barca

¿Cómo se aprenden los conocimientos? ¿Cómo nos apropiamos de las habilidades y destrezas que comúnmente empleamos en la vida cotidiana? ¿Cómo determinamos cuales conocimientos nos serán útiles para nuestra existencia? ¿Cuál es la forma correcta de aprender?

Es posible que estas preguntas se las plantee un docente en su quehacer diario porque no conoce como aprenden sus alumnos y más aún, no tiene bien definido su propio concepto de aprendizaje y de la forma de apropiarse de éste, es decir,  de los estilos de aprendizaje, de igual forma puede que ocurra con usted, amable lectora y lector.

En este ensayo abordaremos estas interrogantes para determinar lo que son los estilos de aprendizaje y enlazarlo con la herramienta práctica del docente: la planeación didáctica, instrumento que bien utilizado permite el desarrollo del aprendizaje, finalidad del proceso de enseñanza en las aulas, al circunscribirse este desde la óptica del espacio escolar.

Al abordar este tema: los estilos de aprendizaje, se hace alusión a que cada persona utiliza su propio método o estrategia para aprender. El concepto surge en el siglo pasado en los años setenta, justo cuando también se inicia la interesante Teoría del Constructivismo, como aportación al desarrollo epistemológico, la pedagogía y los métodos de enseñanza.

Pero que debe entenderse por aprendizaje; a  mi saber,  es un proceso social que se establece entre sujetos para la construcción de conocimientos sobre una realidad concreta, a través del uso de las experiencias previas que se tengan sobre la misma y que logren la creación de habilidades, destrezas y conocimientos nuevos y útiles  en un ambiente de respeto y colaboración.

Al hablar de experiencias previas en el proceso de aprendizaje se hace referencia a que hay que buscar los diferentes estilos que los alumnos puedan tener para lograr un aprendizaje significativo. Es decir, el verdadero aprendizaje es el que ayuda al educando para su desarrollo personal y social, es aquel útil y necesario para desenvolverse en sociedad con mayores posibilidades de adaptación y realización, de transformación y de apoyo al desarrollo de la sociedad.

Para lograr ese aprendizaje significativo, el docente debe aplicar sus conocimientos, sus habilidades y su imaginación, lo cual lo lleva a enfrentar varios problemas que afectan el proceso educativo del alumno. Al buscar técnicas y métodos de aprendizaje que le ayuden a resolver estos problemas, pasa que a menudo no los entiende o los aplica tal y como los encuentra en la bibliografía, sin considerar su propio contexto (el medio que lo rodea); lo que lamentablemente arroja todo esto, es que en  la realidad  nunca se usan en el aula. Queda en buenos y voluntariosos propósitos de inicio de ciclo escolar, simulando y entregando planeaciones y secuencias didácticas solo para cubrir un requisito formal. ¿Y el alumno?

En la práctica los estudiantes  no aprenden de acuerdo a su propio estilo de aprendizaje porque la forma en la que se trata de enseñar o evaluarlos puede favorecer o entorpecer su aprendizaje efectivo, y menos aún de adquirir y desarrollar sus propios estilos y estrategias adecuadas de aprendizaje.

Si el docente reconoce que no todos los alumnos aprenden de la misma forma, es decir, que existen los estilos de aprendizaje, podrá estar en posibilidades de aprovechar esas potencialidades para que aprendan con más efectividad. Esto no significa que un mismo alumno no pueda tener diferentes estilos de aprendizaje, al hacerlos conscientes y ampliados, tendrá mayores ventajas.

Las más recientes  teorías y modelos para explicar las diferencias en la forma de aprender, enfatizan lo anterior, lo cual nos conduce a preguntar: ¿y cuál es la mejor? Pues todas y ninguna, porque de nada sirve que se planteen, si no se sabe cómo aplicarlas o peor aún, no se crean las propias. La práctica docente es un continuo proceso de investigación pedagógica, siguiendo el método histórico-dialectico y un riguroso método científico.
Por ello, el  trabajo docente debe centrar su atención en descubrir el estilo de aprendizaje que tienen sus alumnos y lograr su desarrollo. Por lo tanto puede haber alumnos auditivos, visuales y kinestésicos. Estas tres formas de aprender tienen una estrecha relación con las inteligencias múltiples. Los auditivos se relacionan con la inteligencia lingüística, musical, interpersonal, espacial; los visuales tienden a aplicar las inteligencias lógica- matemática, Kinestésica corporal, natural, espacial; y los alumnos kinestésicos desarrollan las inteligencias lingüística, espacial, interpersonal, intrapersonal y kinestésico- corporal. La inteligencia emocional es el resultado de la interacción entre la interpersonal y la intrapersonal, lo que tiene que ver con los sentimientos y la percepción de las personas o cosas en los alumnos. Factor que también se debe considerar dentro del proceso que estamos planteando (De hecho es trascendental que siempre se cuide este tipo de inteligencia para lograr los propósitos del aprendizaje). No se debe obviar que el aprendizaje es un proceso social.

El docente debe, en suma, planear en función del alumno y no solo cumplir un trabajo burocrático. Saber los estilos de aprendizaje de los alumnos nos va a ayudar a diseñar y planear secuencias didácticas de acuerdo a la realidad estudiantil, para ello es menester el uso del diagnóstico permanentemente de cada asignatura y contenidos de la misma, lo que provoca también, tener que desarrollar el diseño de instrumentos de evaluación diagnóstica.

En suma, los estilos de aprendizaje son las formas distintas en que el ser humano aprende y se apropia de los conocimientos y habilidades que le son útiles. Para desarrollar una labor docente apropiada y acorde a las nuevas necesidades que impone el enfoque centrado en la adquisición de competencias para la vida, el maestro tiene la obligación ética, moral y profesional de investigar cuales son los estilos de aprendizaje y su relación con las inteligencias múltiples. Utilizando medios de diagnóstico que le permitan el planear secuencias didácticas efectivas y sobre todo útiles en su trabajo. Los alumnos lo merecen y la sociedad reclama que sus maestros se perfeccionen en su quehacer diario con sentido social, humano y revolucionario.