Por
Aníbal Barca
Hay quienes si medran con la educación de
jóvenes de escasos recursos económicos, o como se conoce, con pobreza
patrimonial.
Esta afirmación tan categórica se hace con fundamento en
lo ocurrido a lo que hasta julio del año pasado (2012) se conocía como el
sistema de Telebachillerato en el Estado de Chihuahua. El cual por decisión de
un grupo de maestros-asesores
y las autoridades educativas del llamado Estado Grande, acordaron el 3 de julio
del año en comento, se transfiriera a casi la totalidad de los 114 centros
educativos a un organismo descentralizado que el congreso estatal aprobó y que
se denomina Preparatoria Abierta.
La intención de convertir a los Telebachilleratos de
Chihuahua, en preparatorias abiertas, era asegurar la seguridad laboral de los
360 maestros-asesores que laboraban en dichos centros, demanda añeja que
durante más de diez años de 2003 a 2012 buscaron afanosamente, sin lograrlo; solo
un contrato de trabajo anualizado con las prestaciones mínimas de ley fue su
único sustento legal de 2006 a 2012.
Sin embargo, en un hecho por demás vergonzoso, un pequeño
grupo de maestros de forma unilateral y en franca complicidad con la autoridad
educativa, decidió que lo mejor para esos 360 maestros y cerca de 5,500
alumnos, era convertirse en preparatoria abierta, “argumentando” que es una
excelente alternativa educativa porque se estudia en dos años y como por arte
de magia los alumnos salen con “todas las competencias” que la educación del
nivel medio superior demanda.
Pero veamos de cerca las cosas. Es cierto que una premisa
para que cualquier sistema educativo funcione bien, es la seguridad laboral de
los mentores, en segundo lugar que los programas de estudio estén acordes a ese
nivel y las condiciones materiales cubran los requerimientos mínimos, entre
otras. Pues en el caso que se narra, sólo se buscó la seguridad de los
docentes, sin importar que la edad promedio de los muchachos de bachillerato
sea de 16 años y la preparatoria abierta desde su origen, está dirigida a
muchachos que en promedio llegan a tener 20 años. Es decir, no importó dejar
fuera de la educación escolarizada y semestral a los alumnos. No importó
dejarlos fuera de toda posibilidad de transitar su bachillerato de manera
natural y acorde a los demás subsistemas existentes, como Colegio de
Bachilleres, Conaleps, Cbtas, por mencionar algunos. No importó que en muchos
casos existan los edificios que con mucho trabajo y esfuerzo y a lo largo de
casi 16 años se gestionaron y construyeron.
Los Telebachilleratos en Chihuahua surgieron en 1995 por
medio de un decreto gubernamental con el objeto de abatir el rezago educativo
que existía en las zonas marginadas de la ciudad y de la zona rural. Sin
embargo desde su origen, adoleció de una estructura y ordenamientos para su
crecimiento y consolidación, razón por la que se buscaba enérgicamente su
transformación a un sistema que pudiera permitir este objetivo: la seguridad
laboral de los maestros, la mejora sustancial de los edificios y el
equipamiento necesario de acuerdo a la matrícula de cada lugar. Pero como de
origen hubo deficiencias y solo se veía a este sistema de Telebachillerato como
un botín político, donde ingresaban amigos y familiares de recomendados
políticos en turno, donde se daba la simulación a mas no poder, donde se
maquillaban cifras de alumnos e incluso se llegaba los martes y se retiraban
los jueves los docentes, donde nunca se dio una real supervisión con base en un
plan de trabajo y donde se comprometiera de forma real y eficiente el trabajo
de los docentes, todo eso creo el caldo de cultivo propicio para que se fincara
su desaparición y hoy día se presente otra vez el problema de un rezago
educativo, solo que disfrazado y muy bien simulado: la preparatoria abierta.
En honor a la verdad, la preparatoria abierta en sí misma
es una opción para aquellos trabajadores o adultos que por diversas razones no estudiaron
su bachillerato o no lo concluyeron, ya que la norma para este sistema
educativo, es presentar un examen cada cinco semanas y recibir una asesoría
para contestar las guías que deben comprar para cada módulo. El sistema al ser
modular, exige que si el alumno no acredita algún modulo, no puede seguir con
el que sigue, así que es obligado pasar el examen, que es elaborado y
calificado por un organismo que no está en la escuela donde se aplica dicho
examen. Es decir, no hay necesidad de tomar clases, apuntes, hacer
exposiciones, trabajos, tareas, periódicos murales, ni tampoco actividades
paraescolares como danza, teatro, oratoria, declamación, canto, o educación
física; es más ni siquiera ceremonias cívicas como los honores a la bandera
semanalmente; nada de esto es necesario, solo acudir a presentar un examen y si
lo pasan los alumnos, acreditan, sino, pues tendrán que pagar $55.00 por cada
intento fallido.
Como puede verse, algunos que se hacen pasar por
docentes, de forma impune y sin recato alguno, medran en complicidad con
algunas autoridades educativas, con la educación de jóvenes de la sierra
tarahumara y de las zonas marginadas de las ciudades de Chihuahua, al
engañarlos por ofrecer un bachillerato que no cumple con las necesidades de su
edad ni su perfil, so pretexto de que se estudia en menos tiempo (dos años) y
es “más barato”. Se pasa por alto una de las premisas de la Reforma Integral de
la Educación Media Superior (RIEMS) que es conformar un Sistema Único de
Bachillerato que garantice una formación integral, donde los procesos de
evaluación se hagan con base en un sistema de trabajo en competencias, que
considere el saber, el saber hacer y el saber ser, a través de diversos
instrumentos de evaluación como las listas de cotejo, las rubricas, los
portafolios de evidencias, las simulaciones y los exámenes. En preparatoria
abierta solo se califica con un examen.
Por todo lo dicho, queda evidente que para el gobierno
del Estado de Chihuahua la educación media superior de calidad, semestral y
escolarizada solo es para aquellos alumnos que acceden a los Colegios de
Bachilleres, los demás que se conformen con la preparatoria abierta, los hijos
de campesinos, obreros, trabajadoras domésticas, vendedores ambulantes y
jornaleros, esos solo “merecen” una asesoría y un examen que deben pagar cada
cinco semanas. Para ellos, solo medrar con su educación. Y los docentes que
creyeron en los cantos de sirena de que “ya tenían su base” se quedaron como el
“perro del hortelano” ya que a muchos los han ido eliminando quedándose de
plano sin trabajo. Triste fin para aquellos que no se organizan conscientemente
ni luchan a brazo partido por la educación de México.