Liseo González
El caso del
periodista australiano, Julian Assange, no pasaría de ser una anécdota más si
el imputado no fuese uno de los creadores de Wikileaks. El fundador de dicho
sitio estuvo casi dos años sometido a arresto domiciliario en territorio
inglés, como consecuencia de una demanda de extradición de Suecia para
interrogarlo por presuntas agresiones sexuales, sin que hasta la fecha exista
contra él una sola acusación formal.
Por otro lado, Assange, quien,
sin investigación de por medio, es acusado por Estados Unidos de colaboración
con terroristas por la tarea de Wikileaks de dar a conocer cientos de miles de
documentos secretos del Pentágono y del Departamento de Estado. Dichas
revelaciones hechas en 2010, confirman la comisión de crímenes de lesa
humanidad por las fuerzas militares de Washington en Afganistán y en Irak y
documentan el permanente e ilegal injerencismo de Estados Unidos en
prácticamente todos los países en los cuales mantiene representaciones diplomáticas.
Esta, es la mayor filtración de documentos en la historia de los Estados Unidos.
Ante las imputaciones de
violación que se le hacen a Assange, y en las que en algún momento del proceso
estuvo dispuesto a rendir cuentas ante los tribunales suecos, sin dudar de que
tendría un juicio justo, pero la ingenuidad tiene su límite, y ante los
peligros que corría su vida se refugió el martes 19 de junio en la embajada de
el Ecuador en donde pidió asilo político. El cual le fue concedido, el jueves
16 de agosto, por parte del país sudamericano.
Después de la respuesta
favorable a dar asilo político vino la explicita amenaza de Gran Bretaña contra la embajada de
Ecuador de entrar a la fuerza para detener a Assange, en base a una ley
aprobada en 1987. Pero nada hizo Gran Bretaña, sabedora de que esto significaría
un suicidio diplomático para el propio gobierno pues todas sus sedes diplomáticas
podrían ser asaltadas, sin tener el derecho de decir algo. Lo unico que se
atrevió a hacer fue negar el salvoconducto a Assange que le permitiría
abandonar el país europeo. De Australia, su país de origen, ni sus luces, lo ha
abandonado completamente.
Algo que cabe destacar es la
respuesta del gobierno ecuatoriano, gobierno progresista encabezado por Rafael
Correa Delgado, a dar asilo político a Assange, lo cual significa un gran
desafío a las hegemónicas potencias (Estados Unidos y Gran Bretaña) y a la vez
es una forma de levantar la voz por Latinoamérica, por la libertad de expresión,
la libertad de prensa y el derecho internacional
de brindar asilo. En su momento, el presidente ecuatoriano, Rafael Correa,
reprochó a Gran Bretaña por querer extraditar al ex hacker y negarse a hacerlo
con Pinochet, haciendo un uso faccioso de la ley.
Lo que se busca con el asilo
político, es evitar una segura extradición a Suecia, que lo reclama por los supuestos
casos de violación y agresión sexual. La idea de extraditarlo de Londres a
Suecia para “ser juzgado”, es la triangulación perfecta para servirlo en
bandeja de plata a Estados Unidos.
Este caso lejos de buscar
hacer justicia por las supuestas violaciones, deja ver la encubierta intención
de una abierta amenaza para cobrar venganza contra el australiano por haber
evidenciado algunos de los aspectos más impresentables del poder público en
decenas de países. Es decir, se ha desnudado al rey y eso requiere un ejemplar
castigo.
Entre todo esto, uno necesariamente
se pregunta ¿por qué tantas amenazas contra Assange?, ¿sabrá algo mas o de
mayor trascendencia?, ¿Qué mas debe saber que a los grandes potentados les
interesa guardar? Sin duda que las respuestas el tiempo nos las dará.
Finalmente, si esto pasa con hombres
que descubren y denuncian los crímenes y atropellos de las potencias mundiales,
como en su momento John Perkins autor de libro Hit-man (confesiones de un
sicario económico), recientemente Robert Holmes (Científico económico que
descubrió el fraude bancario más grande en la historia donde involucra a USA y
UK, y que no ha podido dar declaraciones por represalias) y el caso más popular
de Julian Assange, que sus intenciones es solo denunciar los atropellos y la
falta de respeto a la vida y la dignidad de los demás, ¿qué pasará con aquellos
que plantean ideas más progresistas y revolucionarias? Creo que basta con hacer
un poco de memoria.
Lo que ahora podemos afirmar,
es que el sistema ya no sabe o no tiene como guardarse sus “secretos”, que
aunque siempre se han sabido (más de las veces después de mucho tiempo), pocos
o a veces muy pocos han intentado denunciarlos levantando la voz o haciendo
algo. El caso de Assange está lejos de ser una lucha de un periodista contra un
sistema corrupto, es, en realidad, una queja de los pueblos oprimidos contra un
sistema caduco. Y que nos recuerda aquel poema de León Felipe: Y que es la
justicia. Donde un hombre en medio de burlonas carcajadas pide justicia:
“Yo no sé si es esta la hora de que hablen
los dioses… pero
el momento actual de la Historia es tan
dramático, el sarcasmo
tan grande, la broma tan sangrienta… y el
hombre tan vil…
que el Poeta prometeico… el payaso de las
bofetadas… se
yergue… rompe sus andrajos grotescos de la
farándula, se escapa
de la pista, se mete por la puerta falsa de
la gran asamblea donde
los raposos y los mercaderes del Mundo
dirigen los destinos
del Hombre… y pide la palabra.”