Por José Luis López López
Dar una respuesta simple a pregunta tan compleja y profunda, no es tan
sencillo como su mera estructura gramatical. Por lo común relacionamos este
vocablo a la idea de que es una persona que enseña un arte u oficio.
Socialmente se antoja mejor el concepto de maestro(a), que se ocupa por ayudar a aprender a otros.
Aunque aquel que adopta realmente su papel y función como tal, no solo realiza
la labor de instrucción, sus funciones y tareas son aún más amplias y variadas.
A saber, el
maestro (Desde luego que
quien se atreva a leer esto quizás prefiera el término docente) expone, explica, entrena, planea, dirige la clase, evalúa, califica, propone
actividades para mantener la disciplina, organiza los eventos cívicos y
festejos más significativos, organiza asambleas de padres de familia, gestiona
ante diversas autoridades, es un buen comunicador, se ocupa por las mejoras
materiales y subjetivas de la escuela, procura ser fuente de cambios positivos
en el entorno del plantel educativo, en fin, realiza una labor holística
(integral) para ayudar a los alumnos a aprender y educarse: formarse.
La experiencia
de muchos docentes, señala que las funciones que debe desarrollar un maestro
son como las que a continuación me atrevo enumerar, es posible que sean aún más
las que debe afrontar, porque ser maestro,
rebasa lo que es un apostolado (misión):
La función de instructor es la
que por lo general, observamos dentro del salón de clase, para ello debe asumir algún tipo de didáctica,
de acuerdo a la respuesta que de, al cómo, cuándo, qué, en relación a la
enseñanza-aprendizaje. Fomentar el amor a la cultura, la ciencia, la
tecnología, el progreso de los pueblos, la solidaridad, la fraternidad, el ser
útil a los demás. La función de
instructor es el caballito de batalla diario; es por así decirlo, su punto de
partida y su derrotero cotidiano.
La función de motivador conlleva
necesariamente una postura específica derivada del quehacer que la práctica le
genera, de la observación de todo detalle que corresponda a los alumnos y su
entorno, para explicar la mejor forma de lograr la motivación de querer
adquirir un aprendizaje significativo, de esa parte del binomio que genera el
ciclo de la enseñanza-aprendizaje: el alumno. ¿Cómo lograr motivar a aprender? Solo la constante superación y
preparación del docente, su deseo de trascender en la vida de todos y cada uno
de los alumnos que estén a su cargo, la confirmación de su vocación diaria, su
compromiso pleno y consciente de la labor titánica que presupone tal tarea y
ante todo su conciencia en sí y para sí, es lo que concentra a convertirse en
un gran motivador para los estudiantes. El maestro debe ser agente de cambios.
La función de organizador en
todas las actividades que le conciernen. Yo lo llevo más allá: el maestro debe
ser un Agente Proactivo de sus funciones. Porque, no solo basta con planear,
organizar, dirigir y ejecutar, hay que hacer que sucedan las cosas. Desde luego
este concepto va conjugado con la disciplina personal para cumplir en la clase,
la escuela, la familia y la sociedad. El maestro debe ser UN REVOLUCIONARIO por
definición. Parafraseando a Michael Jordán: “el trabajo tesonero y la férrea
disciplina son la mitad de la llave del éxito en la vida familiar y profesional
de todo ser humano”. La otra mitad de la llave es el método o métodos que se
sigan para lograr que todos los problemas abordados en relación al proceso del
aprendizaje, surtan el efecto planteado. ¡Hay que aprender a ser parte de un
grupo de trabajo colaborativo y que éste es lo más importante! El maestro debe
ser el primero en fomentar la organización y lucha por una educación libre de
trabas y fetichismos.
La función de líder es quizás de
todas, una de las que en ocasiones confundimos con otra que se define como
caudillismo. El líder no solo dirige y guía, también orienta y alienta a
aquellos que le siguen. El caudillo solo ordena y dirige. El líder logra
imponer el poder de la mayoría pero con justeza y racionalidad, con equidad y
armonía, con integración y desarrollo individual pleno, reconociendo a cada
individualidad pero como parte de un todo que es a la vez una unidad
dialéctica. Es líder y estratega.
La función de orientador que se
deriva de la anterior, no es buen líder aquel que no logra dar una ayuda
correcta a sus dirigidos. El maestro debe siempre mostrar una actitud correcta
ante cualquier problema que los alumnos le lleguen a plantear abiertamente o
que logre intuir por la simple observación en los cambios de conducta o de
patrón de comportamiento, pero no pretendiendo hacer creer que todo lo sabe,
sino determinar cuándo es conveniente canalizar los problemas con un
profesional o con quien realmente puede ayudar a resolverlos. El maestro debe
ser humilde y modesto para pedir auxilio y asistencia a otras personas y
no olvidar que el maestro no tiene poder omnipotente sobre el alumno, la
escuela, la familia o la sociedad.
La función de arquitecto de la
educación y el aprendizaje es quizás la parte que puede deleitar mucho a
quienes nos dedicamos a esta profesión; ya que buscar siempre crear un ambiente
de armonía y buen gusto, permite tener el entorno escolar propicio para que los
alumnos y demás docentes empiecen a desarrollar el sentido de pertenencia. Como
dice el dicho popular “de la vista nace el amor”. El maestro debe conocer también
de decoración y disposición de espacios, de color y texturas, de iluminación,
etc. De todo lo que a la vista le sea favorable al proceso de aprendizaje. Si
no hay dinero, pues la creatividad y el deseo de hacer las cosas bien, rápido y
a la primera, son la mejor manera de sortear este obstáculo. No olvidemos que
los mejores centros de desarrollo del conocimiento son aquellos que a la vez
son verdaderos ejemplos de arquitectura, confort y belleza. La educación no
tiene que estar peleada con la estética y la funcionalidad.
La función de
modelo se relaciona directamente con la de liderazgo ya que toda acción por
mínima que sea, la estará observando el alumno. Por ello es recomendable la
modulación y moderación bien entendida, para evitar caer en exageraciones y
posiciones extremas que pongan en riesgo ese modelo que queremos sea positivo
para los alumnos; el docente debe buscar siempre ser un buen comunicador,
desarrollando siempre la facilidad de palabra y la congruencia de sus actos
dentro y fuera del ambiente escolar. El buen juez siempre empieza por casa.
Soy un ferviente
convencido de que México necesita cada día más, docentes con cualidades,
cuantitativa y cualitativamente, más desarrolladas. Ante los retos, que el
mundo hoy llamado globalizado, exigen para estar a la vanguardia en el desarrollo
del proceso enseñanza-aprendizaje. Es una tarea preponderante la que debemos
desarrollar para tratar de seguir teniendo egresados de las escuelas de
formación de maestros normalistas con una actitud más humanista, con una
identificación plena de su vocación, con la motivación de ir transformando el
sistema tan corrompido que tenemos y sobre todo, con ganas de dignificar la
labor docente; transformar la educación para que se hagan realidad los deseos y
aspiraciones de quienes anhelamos un mundo donde todos trabajen por el bien de
todos.