Dédalo de la Fuente
Tal cual ondina del bello mar
bailas inalcanzable sobre el cielo
dejando rastros por el suelo,
para que los hombres te empiecen a mirar.
Nunca los mares vieron a tan bella dama
bailar al son y al compás de las albas olas
que arrastraban con fuerza a las corolas,
mientras los hombres perdían el alma.
El alma perdían los hombres al verte bailar,
con tu límpida sonrisa y tus bellos ojos
penetrabas tan dulcemente por los poros
de los hombres que te empezaban a amar.
Mas a todos desdeñaste sin darles una ilusión
Y comenzaste a bailar para éste que te escribe
porque suyos son tus límpidos ojos… Y tu
corazón.