Alma Rojas
Lo indígenas chihuahuenses,
desde la época de la colonia se han visto desterrados de sus propiedades por el
hombre blanco y sus diferentes gobiernos, así es como el pueblo apache, que
hace 600 años llegó a Chihuahua y formó
parte del crisol indígena,
fue expulsado por el gobierno de Chihuahua en la última década
de 1800.
Niña indigena
|
Gabriel
Teporaca, quien, en el año de 1652, encabezó una rebelión masiva de los
tarahumaras contra el fin de la esclavitud y el despojo de tierras, emprendidas
por los invasores europeos. Derrotado y aprehendido por capitanes españoles,
Gabriel Teporaca, o Tepórame, fue colgado del pino más alto de Tomochi, el 4 de
marzo de 1653; su cadáver fue dejado en el lugar para escarmiento de su gente.
Así como sus ancestros, los pueblos indígenas
que sobreviven, ya mermados en población y costumbres, tienen que luchar por vivir en un entorno hostil, que les arranca
valiéndose de tretas legales sus tierras y sus mas elementales derechos y
dignidad.
Prueba de
ello es el hotel Posada Mirador, que desde que se erige en la sierra y que
desde hace 20 años vierte aguas negras a
arroyos del poblado de Bacajípare, en el municipio de Urique.
Los
habitantes de la comunidad indígena Bacajípare, perdida en la inmensidad de la
sierra Tarahumara, se quedaron sin agua para beber, cocinar, lavar ropa o
bañarse. Los dos aguajes de los que se abastecieron durante años están
contaminados por las aguas negras que desecha el hotel Posada Mirador, situado
en la cresta de la majestuosa Barranca del Cobre, adonde llegan los turistas
extranjeros a pasear por los parajes y fotografiar a los rarámuris -nombre que
se dan los indígenas tarahumaras- como si fueran objetos del paisaje.
En 2001
presentaron su primera queja ante la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente
(Profepa). El caso también llegó a la Comisión Nacional del Agua (Conagua) y a
la jurisdicción regional de la Secretaría de Salud. Dos años después, la
Profepa les comunicó que no halló evidencias de contaminantes. Los rarámuris
han esperado pacientemente una respuesta de las autoridades a su denuncia.
Los
indígenas, también han visto mermadas sus tierras, su bosque y es que aunque en
algunos casos son reconocidos por medio de la figura de ejidatarios como dueños
de la tierra, el gobierno federal pacta
con particulares para la explotación de la foresta, siempre y cuando se les
pagué a los indígenas por esta explotación, sin embargo en la práctica el pago
nunca llega y los talamontes valiéndose de la corrupción y la impunidad, se han
dedicado a desembarazarse de esta obligación e incluso han mandado a aprehender
a lideres rarámuris que han denunciado y exigido su pago.
El líder eco
turístico rarámuri, Raúl Aguirre Ramos, que ha dedicado su vida a la
organización de las comunidades rarámuris para la venta de artesanías y la
conservación de ejidos, ha sido detenido y acusado de delitos ambientales, el 4
de mayo de 2012, fue juzgado en lo
oscurito dentro de juzgados federales, a donde no dejaron pasar a su representante
legal Antonio Rascón Ramos y solo se le permitió la entrada a un defensor
público.
La comunidad
del Ejido Pino Gordo se encuentra en el
municipio de Guadalupe y Calvo, ahí detuvieron al líder indígena a las 6 de la mañana, del 3 de mayo, que representa a más de 7 municipios, que
conecta para la venta de artesanías. Esto en una operación sin antecedentes, ya
que ni a criminales ni a capos se les da una captura y juicio tan rápidos.
A Raúl
Aguirre Ramos, lo acusan de tala ilegal de arboles, sin embargo, su
representante legal y las 20 familias que lo acompañaron en aquel día de mayo
hasta la capital de Chihuahua, aseguraban que los árboles cortados no rebasaban
los dos metros reglamentarios, además de que fueron utilizados para uso
domestico y la madera no salió de la comunidad con fines de lucro, lo que es
completamente legal, según la Ley General de Protección al Ambiente.
Este, es un
ardid (según los ciudadanos de Pino Gordo) por parte de la compañía de Reyes
Chaparro Durán, quien tiene la concesión para la tala de árboles de este ejido
(Pino Gordo) y que aun debe 5 millones de pesos a las familias del ejido por
concepto de tala (120 mil pesos a cada familia), por dos años de tala, en los
que ha derribado alrededor de 9 mil árboles, según cuentas de los propios
ejidatarios.
En medio de las ciudades, los indígenas
también sufren de desprecios por parte de los chabochis (mestizos) y sus
gobiernos, pequeños alumnos del jardín de niños
"Rayénari" siguen “estudiando” (más bien sufriendo) en unas trailas
viejas que vienen ocupando varias generaciones de niños desde hace más de 7
años no importando las condiciones climáticas extremas de esta ciudad, sea en
temporada de veranos con temperaturas de hasta 40° grados centígrados o a
grados centígrados menos cero en invierno.
En la sierra,
hay muchos problemas, no solo la tenencia de tierras, sino también
alimentación, trabajo, desigualdad, discriminación y violencia; sin embargo,
algunas de las organizaciones no gubernamentales (ONGS) que operan en el
estado, no atienden el 100% de los problemas y por décadas se han limitado a
los problemas de la tenencia de la tierra, asegura el Presidente del Consejo
Indígena de la Alta y Baja Tarahumara.
Indigenas rarámuri |
En la
comunidad de Samachique de la municipalidad de Guachochi, el Gobernador
indígena Francisco López, denuncia que un grupo de caciques locales, utilizaron
600 mil pesos, que eran para las comunidades indígenas, para la construcción de
un hotel, que solo beneficiará de forma económica a dichos caciques, “me han
intentado tumbar, quitar de mi puesto, dicen que no vengo a hacer nada a
Chihuahua, cuando vengo a que nos den apoyos” expresó el Gobernador de
Samachique.
Ninguno, de
los gobernadores presentes, en la entrevista (la totalidad de los gobernadores
del consejo indígena), reconoció ser ayudado o asesorado por alguna ONG.
Si los
indígenas no se organizan y continúan permitiendo que los gobiernos y algunas
ONG´S los dividan, sus problemas no tendrán soluciones. Es necesaria una
dirigencia autónoma, que tome conciencia de que no son tan solo ellos quienes
sufren las consecuencias de un sistema que reparte injustamente la riqueza y
que explota a todos los trabajadores. Sin abandonar su autonomía deben unirse
con el resto del pueblo pobre, ya que sólo así podrán obtener la fuerza
necesaria para lograr la justicia social que tanto se les ha negado.