K V
Estoy frente al mar, se abre, se alza como
gigante;
se acerca, fuerte cada vez más y más.
Ya viene, presuroso, firme, furioso.
El sudor corre por su cuerpo,
ya siento su presión
que me cubre el rostro.
Se levanta, se alza y cae brutalmente.
Sí, desesperado, ansioso, herido,
con gritos desesperados vocifera
lucha por no ahogarse.
Sus brazos fuertes luchan,
pero es inevitable, se hunde,
se hunde cada vez más.
Y yo ahí impávido observo
esa lenta agonía, que me rompe el alma,
me rasga mi corazón.
Y no puedo más.
No puedo más.
No importa que juntos naufraguemos,
me sumerjo en lo profundo
lo sujeto por el cuello
y le doy respiración con mi alma, con mi vida.
Y lanzo un grito y otros más,
miles y millones más.
De pronto grita conmigo,
viene conmigo
y juntos en la arena y palma se recupera.
Sonríe y marcha con nosotros
hacia un nuevo
mundo…