Internacional

Un Santo más bien maligno: Monsanto.

Liseo González

El pasado sábado 25 de mayo, aproximadamente 200 mil manifestantes en 40 países de los cinco continentes y otras miles de personas en al menos 45 estados norteamericanos, llevaron a cabo una protesta contra el gigante de la biotecnología, Monsanto. Los manifestantes protestaron por la falta de acción y regulación de muchos gobiernos frente a los efectos perjudiciales que tienen los productos transgénicos y que son producidos ampliamente por gigantes biotécnicos, como la empresa americana, sin ningún impedimento.

Además de consternados por los efectos a largo plazo de los productos transgénicos, los manifestantes protestaban por la falta  de regulación, como la ley promovida en Estados Unidos, “Seguridad Agraria” o “Ley de Protección de Monsanto” (Monsanto Protection Act), la cual, protege a compañías de semillas transgénicas ante litigios suscitados por la venta de sus productos y permite a las compañías sembrar sus semillas modificadas sin el visto bueno de instituciones como el Departamento Estadounidense de Agricultura (USDA).

Pero ante todo esto, ¿Qué es Monsanto? ¿Por qué la preocupación ante los productos transgénicos y sus consecuencias? ¿Por qué esta tecnología despierta tantas polémicas y dudas?

Monsanto fue una de las mayores empresas químicas del siglo XX. Fundada en 1901 en San Luis Missouri, por John Francis Queeny, un químico veterano de la industria farmacéutica, quien la fundó con capital propio. La ahora multinacional, comenzó con un capital de $5,000 dólares.

Monsanto ha evolucionado y brincó del mercado químico al biotecnológico. La compañía ha sido y sigue siendo una de las empresas que ha creado más controversias a nivel mundial debido al peligro potencial o real de sus productos sobre la salud humana, animales, plantas y sobre el medio ambiente en general. Muchos la refieren no como una opción de vida sino como un matón tratando de imponer sus productos en el mercado. Esto debido a las prácticas que ha utilizado para poder comercializar sus productos que van desde publicidad engañosa hasta sobornos, compra de mentes y aislamiento de quienes se oponen (principalmente científicos).

Su producto estrella Roundup (nombre comercial dado por Monsanto al Glifosato) es un herbicida no selectivo o total. Su lanzamiento al mercado en 1974 fue un gran éxito porque la compañía aseguraba que era Biodegradable y bueno para el entorno. Una falsedad, por lo que tuvieron que removerlo de los bidones.

Una de las mayores preocupaciones es que muchos países, incluido Estados Unidos, no crearon nuevas leyes cuando apareció la biotecnología, por lo que los productos transgénicos son considerados y se venden como similares a los naturales. Algo alarmante. Para esto se basan en el Principio de Equivalencia Sustancial, un estudio hecho pero alterado después, con el que se respaldan diciendo que es un consenso de la comunidad científica y que numerosos datos parciales lo demuestran. Algo que ha sido desmentido.

Por la falta de control y con insuficientes o modificados estudios, los productos transgénicos de Monsanto han invadido el mundo, principalmente América del Norte y del Sur, Asia y Australia. Lo alarmante es que este monopolio así puede desaparecer todas las especies no transgénicas y al controlar las simientes (semillas) pueden controlar la alimentación, y al parecer ese es el plan, pues de 1995 a 2005 la compañía adquirió una cincuentena de semilleras en todo el mundo y la cuenta continua.

Cabe aclarar que la biotecnología en sí no es la amenaza, sino más bien la forma en que se está explotando y  el reducido grupo que se está beneficiando con este avance científico para controlarlo todo. 



Documental: "El mundo según Monsanto"




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