M. González
Navegando
por el mundo de los sueños
voy
volando en lo más alto de los cielos,
buscando
entre las estrellas a la más bella
observando
con dulzura sus destellos.
Culmino
mi búsqueda desilusionado.
Pues
todas, a pesar de la inmensidad de su belleza
no
son más que para estar iluminado
sin
poder siquiera ser amado.
Despierto
de tan inmenso sueño.
Y
emprendo mi camino por el prado
a
tratar de encontrar al ser amado,
porque
he comprendido que no está en el cielo,
sino
en la diversidad del prado
esperando
también ser hallado.
Y
en el momento menos esperado
me
quedo asombrado.
Pues
se postra ante mí una flor tan bella
que
brilla más que la divina estrella.