13 dic 2011

Cuento de navidad.



Liseo González

Martín se dirigía al tianguis, iba caminando apresuradamente de la mano de su hermano pequeño. Sobre la avenida se toparon con un imponente anuncio luminoso que decía: ¡Ya es navidad! Época de dar y recibir. Ellos, indiferentes, siguieron apresurados sin prestar mayor atención al anuncio. A ambos les era ajena aquella cosa llamada “Época de dar y recibir”;  en los diez años de vida de Martín, la nochebuena o la navidad no tenían gran diferencia con el resto de las otras noches. La rutina era la misma para él, quien trabajaba en los tianguis de la colonia cargando bolsas. Chuy, su hermano menor, en sus inocentes cuatro años seguía a su hermano a donde fuera, más por rutina que por voluntad.  

Ese día, se habían tenido que levantar más temprano que de costumbre, Chuy a regañadientes iba junto a Martín mal poniéndose su sucia chamarra. “Es navidad y hay mucho trabajo”, se decía Martín. Ellos  sabían, por lo que su madre les contó, que en nochebuena se celebraba el nacimiento de un niño llamado Jesús, que era el mismo que su madre mantenía en el altar de su casa y que en esta época debía estar desnudo, pero más allá de eso no conocían nada. La navidad nunca había significado nada para ellos, lo que tanto y con tanta insistencia repetían los anuncios les era simplemente ajeno. La nochebuena y la navidad eran simplemente dos noches más.

Al llegar al tianguis se dirigieron al puesto de frutas donde se quedaría Chuy, mientras Martín se iba a recorrer el mercado cargando bolsas. Sabía que era un buen día y que tenía que trabajar duro. En sus recorridos por el mercado, veía como gente iba y venía con bolsas y bolsas de compras: frutas, carnes, pescados, verduras, dulces, chucherías, etc., etc. -¡Es navidad!- por todos lados se decía. Al caer la tarde, el trabajo se acabó. Entre las frutas podridas, carnes viejas, verduras sucias y otros desperdicios que servían de banquete a decenas de perros que se agrupaban, Martín y Chuy  caminaban de vuelta a su casa. Había sido un día bueno. Chuy, con su característica felicidad, sonreía a todo mundo. La tarde era fría y se anticipaba una noche helada.

Ya de vuelta en la colonia y después de recorrer el camino de terracería, llegaron a su casa. Su hogar era un cuarto pequeño con techo de láminas viejas y ventanas de maderas que servían para impedir la entrada del frio. El baño provisional, que estaba fuera de la casa y que aún se encontraba inconcluso debido a que su padre no pudo terminarlo ya que unos meses atrás había perdido el trabajo, y ahora su nuevo oficio solo les servía para medio comer. Su padre vendía comida en la colonia, y su madre, hacia unos años se había ido.

La noche caía y su padre aun no regresaba de las ventas del día. Entraron al cuarto y Martín encendió las velas para alumbrarse; Chuy se fue directamente a la cama para amortiguar un poco el intenso frio. Martín se quedó un instante pensativo,  él no se explicaba muchas cosas, pero creía que no era justo que ellos vivieran así, -la navidad es lo de menos, pero ¿por qué tenemos que vivir así?- se preguntaba mirando a su alrededor.  Sabía que sin que su padre encontrara un empleo verdadero las cosas seguirían igual, él mismo era testigo de tantos intentos que su padre había hecho. Veía cada vez más lejos la posibilidad de ir a la escuela junto con Chuy…

Al llegar su padre se llenaron de algarabía, cenaron las sobras del día, como de costumbre,  y todo mundo se fue a dormir. Pasó la nochebuena, se fue la navidad y así se fueron los días hasta año nuevo.
Esa mañana Martin se despertó temprano, como era su costumbre, una fría mañana le daba la bienvenida. Se quitó de encima el yerto cobertor y caminó a la puerta. Chuy, con su inocencia en el rostro continuaba durmiendo. Se asomó por la puerta y entre pensamientos decía –ya se fue otro año más. Un año nuevo empieza y yo sigo aquí con los zapatos rotos ¿hasta cuándo?- y sonrió amargamente.

CELAC, nace la unidad.



Liseo González

CELAC, símbolo de unidad en Latinoamérica.

A principios de este mes se llevó a cabo la primera cumbre de la CELAC (Comunidad  de Estados Latinoamericanos y Caribeños) en la ciudad de Caracas, Venezuela. El objetivo era reafirmar su constitución definitiva e integrar un frente ante la crisis económica. La meta de la CELAC  es juntar a los países de Latinoamérica y el Caribe en una organización regional que represente verdaderamente sus intereses. Esto ante la incompetente y caduca política de la OEA (Organización de Estados Americanos) o OAS (Organization of the American States), la cual, en lugar de ser una organización de defensa, respeto a los intereses de los países miembros  y motor de desarrollo, ha sido denunciada en innumerables ocasiones, y con mucha razón, por su política entreguista a favor de los intereses de los Estados Unidos de Norte América.

La CELAC fue creada como contraparte de la OEA, y a consecuencia de una necesidad de verdadera unidad en la región. Su objetivo es lograr una integración política, económica, social y cultural entre los 33 países que la conforman. La región cuenta con un total de 596.937 millones de habitantes (8.53% de la población mundial)  y con una superficie de 21.404.837,47 km2.

La economía latinoamericana que durante mucho tiempo tuvo un desarrollo lento y espontaneo, actualmente está experimentado un gran desarrollo. La región cuenta con tres economías grandes: Brasil, Argentina y México. La mayoría de sus miembros son economías emergentes y pobres.

Con la formación de la CELAC, se cumple el sueño-meta de Simón Bolívar, que en 1826 propuso en el Congreso de Panamá la unidad de Latinoamérica en contra de la dominación imperial de poderes externos.

La OEA desde 1948, año de su creación, fue una burocracia internacional que sirvió a los intereses de los norteamericanos. Muchas veces abiertamente en contra de los países latinoamericanos, funcionando como falso organismo internacional; como en el caso de la suspensión de Cuba en el año de 1962, ya que consideraba que “el comunismo era incompatible con el espíritu de la organización americana”. La OEA ha sido la aplicación, disfrazada algunas veces, de la doctrina Monroe a América Latina, es decir, en lugar de “América para los americanos”, era “América para los norteamericanos”. Y lo único que Latinoamérica ha ganado en los 63 años de vida de la OEA ha sido subdesarrollo y dominio.  Así la describe  Rafael Correa, “La OEA ha sido históricamente capturada por los intereses y visiones norteamericanas y sus sesgos y atavismos acumulados la vuelven ineficiente y poco confiable para los nuevos tiempos que vive nuestra américa”. Y así es, los tiempos y las circunstancias actuales exigen organismos reales que cumplan con el fin que fueron creados y sean consecuentes con sus objetivos, algo que la OEA ya no está en condiciones de dar a los pueblos de Latinoamérica.

OEA, bandera de decadentes políticas.

La formación de la CELAC ha marcado el inicio de una nueva era para Latinoamérica y de esta con su participación en el mundo; es el nacimiento de una verdadera unidad de estados americanos. Y aunque el futuro se vislumbra prometedor, sabemos que las potencias (EU y Gran Bretaña) no se quedarán con los brazos cruzados y harán cualquier tipo de maniobras para sabotear la unidad. La CELAC está representando una verdadera unidad y hermandad entre los pueblos, cosa que nunca pudo hacer la OEA en sus 63 años de existencia.

Urge salir del infierno que crea la pobreza.



Por: Ricardo Flores Rioblanco

Esta semana ha sido intensa, no han sido tan solo los  resbalones literarios o las negaciones necias sobre la desigualdad  o la despreocupación e indolencia que los medios han demostrado al no exponer las condiciones miserables en las que millones de familias pobres tienen que soportar la onda gélida que azota al país y que ya cobró vidas humanas.  También se habló de infierno, el cual pareciera existir en nuestro país.

La película “El Infierno”, dirigida por Luis Estrada, ganó este domingo el primer premio Coral al mejor largometraje de ficción en el 33 Festival Internacional de Nuevo Cine Latinoamericano celebrado en La Habana. No soy experto en cuanto a criticar el arte se refiere, sin embargo, puedo catalogar a dicha película como una de las mejores que he visto, pues plasma de forma certera y con una buena dosis de humor, la errónea estrategia presidencial que se ha concentrado en combatir frontalmente al crimen organizado, en vez de crear empleos bien pagados y crear mejores condiciones de vida para los trabajadores y campesinos.

La película exhibe las condiciones del campo; el abandono absoluto de la agricultura por parte de un gobierno al cual no le interesa (o no le conviene) promover la autosuficiencia alimentaria y muchos menos mejorar las condiciones de vida de los campesinos. La dura y cruel realidad de la mano de obra mexicana que se ha visto obligada a regresar del país del norte, para encontrase con que aquí todo está peor que cuando se fueron. Una juventud desorientada, que anhela lo que el sistema le ofrece pero no provee; una creciente y amenazante desigualdad social de la cual se busca escapar (a falta de trabajo honrado),  aun así sea por los caminos más peligrosos, trillados e insensibles como lo es el tráfico ilegal de drogas o el ajusticiamiento a sueldo; autoridades déspotas que ejercen el poder sin fijarse en el pueblo que los llevo a ese puesto.

Estando en la recta final del año, México se muestra más sombrío y desolador en cuanto a situación social se refiere, el infierno plasmado en la película se vuelva más tormentoso y brutal  en la realidad; el pueblo muere de hambre e insalubridad; paga con su vida el indignante derroche de la clase poderosa y sus malos hábitos de “vivir bien” y “gozar la vida”; así es la clase poderosa,  que con su ejemplo, impulsa a pobres diablos a vivir bien mientras se pueda y como se pueda.

Se me ha quedado en la memoria la escena en donde se le encuentra sentido a la película; excavando una tumba después de haber matado a un individuo a sangre fría, “El Benny” (Damián Alcázar) pregunta a su afamado socio “El Cochiloco” (Joaquín Cosío) que si no le daba miedo de irse al infierno por  matar  “así porque si”;  a lo que “El Cochiloco”  respondió  que durante su vida habían sufrido miseria y hambre, un infierno al que ningún ser humano debería ser expuesto. Urge desterrar a la pobreza de México;  y es necesario que sea el pueblo pobre  el que se organice y eduque, para que sea él  mismo y no otro quien lo haga, pues por gente ignorante y seres insensibles, es que estamos como estamos.   

          Pobreza, problema nacional.

6 dic 2011

En este tren yo me trepo.

Liseo González


“El que habla de caminos es porque andados los tiene.”
Dicho popular



-Aún recuerdo ese fin de semana, Juan. Lo recuerdo más que cualquier otra cosa. Fue mi boleto a lo que ahora es mi vida ¡fue como volver a nacer! Cómo voy a olvidarlo-

-Ese es el fin de semana más largo que he tenido y el cual todavía no termina. Se acabará junto conmigo, cuando mi vida se haya consumido. Lo más curioso es que no lo planeé, nunca me imaginé que aquel sería mi último día en aquel pueblo  del sur. Todo fue de improviso y se convirtió en mi vida. Hace treinta años, un fin de semana, se convirtió en mi vida.-

-Jajajaja, no exagere Don Miguel.- respondió Juan.

-Así fue Juanito, la ciudad me sedujo y me atrajo. Yo quería experimentar algo nuevo y quede embebido. En cuanto puse el primer pie, ¡pum! me enamoré de la ciudad y nunca la pude dejar, y hasta ahora, nunca la he dejado. Era yo tan solo un joven, lleno de sueños, ilusiones y metas. Algunas metas las realicé, otras murieron con el tiempo; las ilusiones me deslumbraron en su momento y se han ido apagando, y los sueños, jeje, la ciudad se encargó de ponerme los pies en la tierra.

¡Y mírame ahora! no soy más que un viejo que la vivió y la disfrutó. No soy rico, pues nunca fue mi meta, lo único que quería era ser feliz y estar bien y creo que en gran parte lo logré.

Los años me enseñaron que el problema no  está en plantearse metas o soñar, sino en no tener un plan o al menos una mínima idea de cómo hacerlos posible.

Es como treparse al tren: debes saber a dónde quieres ir y saber en dónde te vas a bajar. En mi caso yo me dije “En este tren yo me trepo, aunque largo y difícil sea el viaje, sé a dónde me lleva. Es mejor intentarlo ahora que se puede, que quedarse  para siempre esperando” ¿Cómo la ves? Decidí treparme a quedarme esperando.

Mira, un viaje en tren puede ser muy sutil. Cuando te sientas de frente te causa una impresión, es como si todo viniera hacia ti, como si las cosas te buscaran, como si todo viniera a tu encuentro; y sucede al revés cuando te sientas en dirección contraria a donde el tren se dirige, parece que todo se  te va, parece que las cosas se te escapan. Esos sentimientos extraños de la vida, que se sienten como si abordaras un tren.

Pensándolo bien, creo que eso fue lo que me sucedió, sentí que la vida me invitaba, y me invitó a quedarme aquí, y  aquí me quedé.-

-¡Ya! No se ponga melancólico Don Miguel.- decía Juan- Lo que se hace debe hacerse bien para que valga la pena, ¿Qué no?

-¡Así es! Estuvo canijo al principio, pero me pude reponer. Me lleve los sinsabores necesarios y… pero, tienes razón, no hay que ponerse melancólicos

Lo mejor, es que me queda la satisfacción de saber que me trepé en el tren correcto y en el vagón acertado. Me ha tocado sentarme en ambos lados del tren  y he comprobado lo que se siente, nadie me lo puede contar.

Me he preguntado muchas veces ¿Qué tan largo puede ser un viaje?, y lo único que mi experiencia me dice es, “tan largo como uno lo quiera”.

Así es, Juan, yo me dije, “En este tren yo me trepo” y mírame, sigo aquí, feliz y en el mismo vagón…-

Los medios y cinco años de mal gobierno.




Por: Ricardo Flores RioBlanco

México cumple cinco años de ser gobernado por la derecha liberal. Once años por el PAN. Dos presidentes con diferentes tendencias, sin embargo, los gobiernos de  Fox y Calderón  tienen algo en común: la incapacidad para resolver las necesidades más apremiantes del  Pueblo de México. Comparten, como médicos negligentes, la causa de que el país sucumba ante la mortal enfermedad de la pobreza. Durante este tiempo, han tenido un aliado que se ha encargado de lavar su imagen y desaciertos: Los Medios.  

"Incapacidad para resolver las necesidades más apremiantes del  Pueblo de México"

 Algo que se ha visto durante los dos mandatos del PAN, es que los medios de comunicación no cesan de alabar y en la mayoría de los casos, continuar la campaña de apoyo mediático al sistema (dígase gobernantes también), que nos mantienen en el muro de los países (el segundo, sólo debajo de Chile), con mayor desigualdad económica del mundo, tal y como lo acaba de dar a conocer la OCDE.

Se sabe por ejemplo, que estamos completamente rezagados en la educación; en materia de salud pública; en infraestructura;  que somos campeones en el desempleo y fuga de mano de obra que parte al extranjero; que estamos sumidos en la violencia; y que nuestra clase política está corrompida e infiltrada por mafias  y grupos de poder  minoritarios que deciden el rumbo del país; mientras,  22.3 millones  de mexicanos (cifra oficial) sufren pobreza alimentaria; se habla de más de la mitad de la población que vive en la miseria. La pregunta es: ¿los medios informativos realmente difunden la verdad tal cual es?
Pobreza, ¿mal incurable o incompetencia?

Se habla de narcotráfico, de corrupción, de inseguridad, pero se olvida hablar sobre la pobreza y desigualdad. Se hacen comentarios contra manifestaciones de inconformidad popular y sus efectos al tránsito vehicular, pero se deja a un lado las causas de las manifestaciones, que en su mayoría provienen de la desatención a las necesidades de la población o el incumplimiento de las autoridades; se busca y se exige mano dura contra los quejosos, pero jamás se pone al  gobernante en el banquillo de los acusados; se hace un llamado a defender los valores y reforzar a la familia, pero nunca se dice que desde las altas esferas económicas y políticas hay una carencia total de integridad moral y ética; se busca distorsionar la verdad para que beneficie en un primer lugar a los principales  clientes de las  compañías informativas: la clase política.

 ¿Cuándo se la ha preguntado al Presidente Calderón sobre los empleos que prometió en su campaña presidencial?  ¿Sobre la educación? ¿La pobreza? ¿Porque las compañías de información no han cuestionado al presidente directamente? El costo de las campañas electorales puede aclararnos el panorama. Se ha dicho que México es el país de Latinoamérica donde más caro cuesta cada voto: hasta 1 724 dólares por votante. Se ve claro de dónde parte el interés de cuidar la imagen del presidente, por lo menos hasta que este termine su cargo, pues de otra manera no habría a quien “cargarle el muertito” diría la gente.

Considero que el país va de mal en peor, y me doy cuenta  observando y escuchando a mi alrededor  a la gente; las pláticas que alcanzo a escuchar de la voz del pueblo cada vez que voy en la pecera o ando por las tiendas de supermercados tratando de estirar mi propia cartera; cada vez que visito la periferia de la ciudad, misma que expresa dolor y miseria mezclada con cuerpos que reflejan una agonizante clase trabajadora; en la gran inconformidad y desilusión por parte del pueblo para con la clase política; en el enojo que se acumula en su silvestre ser y amenaza con reventar si algo no se hace al respecto. 

Pero no hay, o casi no hay, quien se ocupe en reproducir esos sentimientos que expresa el pueblo; son ignorados. Mientras, los gobernantes son protegidos por un manto que pareciera ser de oro, pues aunque opacos, brillan como estrellas de cine ante las cámaras o a través de escritos periodísticos que parecen elogios al patrón; verdadera lambisconería.

Los recursos que se derrochan en las campañas políticas son del pueblo, a él deberían de responder los medios y no es así. Se le trata como ovejas y se le engaña sobrestimando su inteligencia; deberían de tener en cuenta la frase de  Abraham Lincoln: Se puede engañar a todos poco tiempo, se puede engañar a algunos todo el tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo.
          




¡Cambio! Como cada 6 años



Por Dédalo de la Fuente

Remontándonos a los hechos actuales, haciendo un análisis riguroso de los acontecimientos en los últimos días, y sin dejar pasar por alto las próximas elecciones, a simple vista podemos notar que los candidatos y precandidatos a la presidencia de la República Mexicana no han hecho un esfuerzo por analizar realmente la situación que atraviesa el país, mostrándonos nuevamente los mismos planteamientos (viejos y trillados) pero con distintas palabras y que al final de cuentas es lo más preocupante. Veamos porqué:  

Tanto Andrés Manuel López Obrador, Enrique Peña Nieto y los Tres Mosqueteros del Partido Acción Nacional, se han empeñado en manifestar en sus discursos políticos: “México necesita un cambio urgente, que lleve a la nación a la prosperidad (¿?)”, “se necesita una política que pueda combatir a la delincuencia organizada”, y sobretodo, “se necesita un organismo imparcial que juegue un buen papel en la próximas elecciones”. ¿De qué cambio hablan nuestros estimados candidatos  a jefe de la nación? ¿Qué política es la que plantean para el supuesto combate contra la delincuencia organizada? ¿Cuál es ese organismo imparcial que refieren?

Enrique Peña Nieto candidato priista. 

Cuando hablamos de cambio, en estricto sentido de la palabra, es el paso de una forma a otra, ejemplo: los materiales que se oxidan con el paso del tiempo han cambiado su forma. Pero es también el paso de un estado a otro. Ejemplo el ser vivo: nace, crece y muere. Es un cambio. Analizando de esta manera las cosas podemos darnos cuenta de que el cambio del que hablan (nuestros precandidatos, porque aún no han empezado las campañas oficiales), no es más que un cambio que solamente se queda en palabras. Cuando hablan de cambio se refieren solo al cambio de poder, cambios de representantes pero no hablan de un cambio profundo de la sociedad en su conjunto. No hablan de una transición.

La cuadrilla del PAN.

El tema de la delincuencia organizada es un tema, que por lo menos en estos últimos 5 años ha estado en boga. Lo cierto es que en ese lapso de tiempo, los partidos de nuestros estimados candidatos (junto con sus presidentes) no han hecho más que juzgar los errores cometidos por la actual administración presidencial (hago la aclaración de que no estoy a favor de la política que se ha ejercido ante el crimen organizado). Las propuestas nuevas no van más allá de caer en lo mismo: más inversión a la policía para acabar con el narcotráfico y la delincuencia organizada (¿?).

Andres Manuel Lopez Obrador.

El IFE (Instituto Federal Electoral) por su parte tendrá una gran responsabilidad en los comicios venideros. Hasta la fecha ha desempeñado un buen papel (puesto que las distintas ramas del estado solo son un administrador de la clase en el poder). De esta manera podremos esperar apagones, malos cómputos e incluso otro  robo y un nuevo presidente legítimo.

Por lo tanto, podemos llegar a la conclusión que a estas alturas de la vida, el pueblo mexicano no necesita de discursos modificados y trillados, ni mucho menos que lo sigan exprimiendo para mantener a la burocracia judicial de la nación. El pueblo mexicano ha empezado a comprender que México requiere de un “cambio profundo” y cuando decimos cambio, nos referimos al “cambio a una nueva sociedad”, al desarrollo del pueblo mexicano para una verdadera transición a una sociedad más justa y equitativa. Y para eso se necesita un partido auténtico de la clase trabajadora, un partido cuyos representantes sean consecuentes  con el decir y el actuar, que sean auténticos tribunos populares cuyo único objetivo sea instaurar esa nueva sociedad que tanto deseamos.  El pueblo mexicano ya no tiene nada que perder, pues como dijera Karl Marx: "Los trabajadores no tienen nada que perder, salvo sus cadenas." ¡Y estamos dispuestos a perderlas!