Liseo
Gonzalez
En su reciente visita a algunos países de Latinoamérica (Venezuela, Nicaragua,
Cuba y Ecuador) el presidente iraní Mahmud Ahmadineyad, recalcó la necesidad
que tiene el mundo de buscar un nuevo orden social, más justo, equitativo y
solidario. Y planteó como única alternativa la unidad entre las naciones.
En su visita que
inició el pasado lunes 9 de enero en Venezuela; que continuó por Nicaragua,
donde asistió a la toma de protesta de Daniel Ortega; siguió por Cuba, en donde
tuvo un encuentro con el líder de la revolución cubana Fidel Castro y una mesa
de negociación con el Presidente de los Consejos de Estados y de Ministros,
Raúl Castro; la gira concluyó el jueves 12 de enero con un encuentro con Rafael
Correa, presidente del Ecuador.
En esta gira, Irán
logró diversos acuerdos, en materia tecnológica, de cooperación petrolera y de colaboración
en general.
El asunto bélico
casi ni se tocó durante esta gira, pero actualmente Irán libra una lucha contra
los bloqueos y sanciones impuestas por Estados Unidos y algunos países de
Europa (Dinamarca, el ejemplo más reciente). La situación política creada en
torno a Irán y el riesgo latente de una guerra nuclear nos involucra a todos; la
especie humana en su conjunto está siendo amenazada por este delicado asunto.
Recordemos que durante
la segunda guerra mundial y en un absurdo y obsesionado intento por ganarla, las
potencias mundiales usaron toda clase de armas, incluidas las biológicas y
asfixiantes, que después fueron prohibidas. Pero los avances tecnológicos,
sumados a la pugna de intereses y las grandes ganancias que deja el mercado de
armas, indujeron a la creación de armas más inteligentes, eficaces y
destructivas, armas que en cuestión de segundos pueden exterminar poblaciones
enteras. La triste prueba de esto, es Hiroshima y Nagasaki (6 y 9 de agosto de
1945) donde bombas nucleares acabaron en un instante con la vida de miles de
hombres, mujeres y niños. Y una vez más, es a este grave riesgo al que nos enfrentamos.
A estas alturas
de la historia y siendo testigos tantas veces de los métodos y de las
ambiciones de las presentes hegemonías, sería muy ingenuo pensar que las
intenciones de Estados Unidos, la civilizada Europa y compañía en contra de Irán,
se reducen, simplemente, a salvaguardar a la humanidad del “peligro” que esta nación
representa para el mundo. Israel, por ejemplo, ha pedido abiertamente la inmediata
intervención militar en contra de Irán. Y
se sabe que el propio Israel posee miles de armas nucleares y nadie, absolutamente nadie, mueve un
solo dedo para señalarlo y condenarlo, ¿o será que las armas nucleares que
posee Israel no representan un peligro latente para la humanidad?
Desde luego que
nada asombra la copiosa e insistente campaña en contra de Irán y su proyecto de
enriquecimiento de uranio (que Irán clama, no es con fines nucleares), lo que no
deja de asombra es esa cínica tranquilidad con que pasmosamente se exige el
desarme de otros países sin exigirse a ellos mismo tal desarme.
Finalmente, este
conflicto nos demuestra la inescrupulosa insistencia de Estados Unidos y
compañía, de seguir sometiendo y dominando al mundo (ejemplo reciente, Libia); se
siguen negando a ver pueblos soberanos y progresistas, que desean acabar con la
tiranía impuesta y salir adelante. Y dejan claro que en esta grave y desenfrenada
carrera por someterlos no les importa poner a la humanidad al borde de un
precipicio.
Ante tan grave
problema, la unidad y la fraternidad entre los pueblos es y seguirá siendo, la
única alternativa para no permitir tan trágico final, y así será.