Dédalo de Fuente
camina un arrogante caballero,
pensando en su amada que lucha con esmero.
Luchan ambos por una vida mejor
para los menesterosos de su nación.
Camina y camina por las amplias avenidas
el arrogante caballero. De pronto, detiene
el paso y mira el esplendor de la blanca luna
atravesar las nubes, para bañar a la gran ciudad.
Mira al manto estelar
y le pide a la límpida luna
que lleve su cantar,
para que su señora lo pueda recordar:
¡Señora!
¡Yo voy con usted á todas partes!
Sabe usted que su imagen
es mi alegría y mi confort.
¡Mi bien amada!
su amor me ampara;
y si acaso tengo valor,
es porque usted algún día me miró.
¿Sabe?
Cuando realizo una noble empresa,
es porque anhelo desprender
de sus labios la más tierna sonrisa.
Límpida luna que bañas a la gran ciudad,
lleva este mensaje a cualquier lugar
donde mi señora se
pueda encontrar.
Y si acaso mi musa, mi canto
no quisiera escuchar,
dile que la noche esta estrellada
y un hermoso día se avecina
y es menester caminar.
Por la urbe de hierro
camina un esforzado caballero,
camina a paso firme para cumplir
su noble empresa, y lo hace con denuedo.