Ricardo
Flores Rioblanco
La redacción de la noticia debió de haber causado indignación a las
personas con dignidad y sentido de justicia, todo por la obvia manipulación de
la información de los medios privados sobre la matanza ocurrida en Totonicapán,
Guatemala, el pasado 4 de octubre, donde 8 campesinos fueron asesinados por las
fuerzas del ejército guatemalteco y otros 34 malheridos, que aun se encuentran
en estado grave. En un país donde la pobreza es espantosa y la violencia
gubernamental es tolerada y defendida por los medios de comunicación.
Totonicapán, localizado
al sur de México con una población de 14,099,032 habitantes; el siguiente
cuadro nos dará una idea de lo la cantidad de pobreza que impera en un país
donde el ex general, ahora presidente Otto Pérez Molina, educado en la Escuela
de las Américas y en el Colegio Interamericano de Defensa con sede en
Washington D.C., quien gobierna y reparte la riqueza tal y como imparte la justicia
entre la población trabajadora, por medio de golpes a su dignidad.
La política de Otto mantiene a más de la mitad de la población sumida en la pobreza, y una cantidad que
debería causar horror no tienen para comer, en especial en las zonas rurales.
En materia de educación las cifras son dudosas, pues no se toman en cuenta las
deserciones escolares y el nivel educativo de los profesores, además que de
acuerdo al estudio realizado por el
ENCOVI (Encuesta Nacional de Condiciones de Vida) actualizado el año
2011, no revela las condiciones
materiales en los centros educativos (número de escuelas, materiales para uso
escolar, etc.), los cuales, se dice, son insuficientes.
Acerca de las condiciones de vida de la población, el informe dice
que el 51 % de la población vive en hacinamiento, careciendo de servicios
básicos. Dicho informe queda corto en la información sobre la situación de
salud, pues, tan solo toma en cuenta el número de vacunas repartidas a niños
contra la tuberculosis, prescindiendo de datos aterradores como el número de
muertes por diarrea, desnutrición y también de enfermedades cardíacas,
cancerígenas y gastroenterólogas, entre otras.
El cuadro patético de una Guatemala sangrante podría seguir, pero mi
objetivo es el siguiente, la matanza de los campesinos por parte de las fuerzas
castrenses en Totonicapán y la campaña
justificadora de los métodos gubernamentales por parte de los medios, refleja
el servilismo ante el poder político y económico, es decir, la defensa de un
sistema que hace que tanto poder como el cuarto poder se vean beneficiados a
costa de las muertes de campesinos, tratando de extinguir una lucha pacifica a
horca y mentiras, colocando toda la responsabilidad a los débiles, que fueron,
en realidad, los agredidos.
La protesta de los campesinos, convocada por los Alcaldes comunales
de los 48 cantones de Totonicapán -autoridad ancestral de los pueblos mayas del
municipio-, quienes anunciaron días antes que bloquearán la ruta Interamericana
en el kilómetro 187.5, Cuatro Caminos y rutas alternas; kilómetro 180, Paxtoca;
Los Baños, San Cristóbal; salida hacia Quiché y la cumbre de Alaska, fue para protestar
por los altos cobros de luz eléctrica en zonas campesinas, y además, por las
nuevas reformas anunciadas por el actual presidente, las cuales buscan realizar
recortes en apoyos sociales, entre ellos la educación; imponer el idioma
español en las comunidades indígenas y permitir que el ejército realice labores
de patrullaje como “defensa” contra la inseguridad. El experimento mexicano se
exporta a otras naciones. ¿Será que Washington busca expandir su guerra contra
las drogas sin tomar en cuenta el sufrimiento de los pueblos y las pérdidas de
seres humanos?
El que los medios de comunicación reproduzcan la voz del agresor de
los campesinos que ejercieron un derecho constitucional de protesta contra lo
que consideran injusto – ya que reproducen las palabras del Presidente Otto
Pérez que pide a los agredidos detener las agresiones (¡inc!)- demuestra el atropello a los derechos
humanos, pues aun no siendo aprobada la reforma constitucional fueron
escuadrones militares quienes abrieron fuego contra los manifestantes;
increíblemente es el comandante en jefe del cuerpo militar (presidente Otto
Pérez), quien pide que cesen las agresiones, como si los campesinos hubieran
iniciado los disparos, cuando en realidad se encontraban desarmados.
Lo peor son los llamados de los medios, que hacen eco a los llamados
coléricos de políticos de derecha y ultraderecha que piden se ejerza la ley a
raja tabla contra los campesinos que se atrevieron a protestar.
“No sigamos incitando al odio y a la confrontación, cuando podemos
acudir al dialogo y al debate público…” fueron las palabras del presidente,
como si los campesinos desarmados hubieran asesinado a 8 soldados indefensos. Si realmente la prensa fuese libre dirían que
la confrontación fue acto de represión, pero tales hechos demuestran que están
subordinados a los intereses del poder. Mientras al pueblo lo muestran como
animal rabioso y agresivo. Vaya objetividad.
Debo mencionar que México no se queda atrás, pues el ahora saliente
presidente no se cansa de asegurar que combatió al narcotráfico, aun sabiendo
que “iba a costarnos mucho”, mientras los medios repiten la historia mil veces,
como si tratasen de convérsenos que para tener una vida digna y libre de
violencia, se requieren miles de muertes, en lugar de trabajos y una equitativa
repartición de la riqueza nacional, pero son tan eficientes, que pareciera que
ellos no lo dicen, sino que solo informan las aseveraciones del saliente
presidente, lo que en realidad es una
forma de solapar la carnicería y tapar con un dedo la verdad que el pueblo vive
día a día, y que la pobreza los obliga a tomar caminos peligrosos para asegurar
unas cuantas monedas en sus bolsillos, como la actividad delictiva, al mismo tiempo poner en juego sus vidas. De la muerte de inocentes el gobierno y medios, son culpables.