Ricardo
Flores Ríoblanco
Newtown es un poblado en Connecticut, ubicado al noroeste de Nueva
York a unos 128 kilómetros de distancia. Residen ahí unas 28 mil personas: 91 %
es blanca, 5.0% es hispana, 1.6% asiática y un 0.9% afroamericana. Ahí fue donde
una de las tragedias más resonadas y sentidas en Estados Unidos tuvo lugar.
Adam Lanza de 20 años asesinó a 20 niños entre las edades de 5 a 15años, además
de personal pedagógico del plantel y seguridad, utilizando la última bala finalizó
su existencia, provocando un total de 28 muertes. Todo un trauma entre una
población aparentemente tranquila; ante los ojos de la Nación, una tragedia que
difícilmente podrá borrar el golpe psicológico, además de aumentar el miedo y
quizás, aumentar el deseo de portar armas para autodefensa.
De los hechos
ya se ha escrito demasiado, se conoce de las historias de valentía y actos de
valor frío que demuestran que cualquier humano es aun capaz de dar hasta su
vida por proteger a una comunidad, pues se siente parte de un colectivo
importante y entiende que tiene a su cargo vidas; se sabe de las historias de
sobrevivencia, instinto que hasta el más pequeño de los humanos tiene innato.
Pero hasta
ahora ni los medios de comunicación y sobre todo, ni los cuerpos policiacos
encargados de la investigación, han podido dar respuesta al porqué un joven de
20 años tuvo la horrible idea de asesinar a su madre, después disparar en contra de pequeños
indefensos y sus maestros. Eso es entendible, pues, para saber con exactitud la
razón del crimen desde la perspectiva del asesino, se tendría que preguntarle a
la persona. Lo demás serían únicamente conjeturas. Y hasta hora se sabe que Adam era un ser
solitario, extraño; se le pinta como alguien antisocial y poco conocido (dicen
que era difícil para relacionarse con él)
entre la comunidad, pero aun así, identificable.
Pero, si no
se puede explicar tan terrible acto aun teniendo un amplio expediente sobre el
estado psicológico y personal de individuo, ¿cómo se explica la acción? Quizás
debemos echar un vistazo a la sociedad en su conjunto, pues es ésta, al fin y
al cabo, de donde han provenido dichos individuos, y digo provenido, porque
esta no es la primera y única experiencia de este tipo en la nación más
poderosa del planeta.
Primero, la
sociedad americana se polariza en una guerra por el poder que se da entre
cúpulas que buscan controlar los destinos del erario público; los Demócratas
encabezados por Obama, piden a los ricos que aporten impuestos para aliviar lo
que denominan el “vacío Fiscal”, en otras palabras, las arcas de la nación,
dicen los demócratas, están vacías, lo que ocasionará una inevitable elevación
de impuestos (señales de una recesión). La propuesta demócrata es que los ricos aporten más, a lo que los
Republicanos se oponen rotundamente. Hasta la fecha, no hay acuerdo, y aprovechando
la balacera, Obama utilizó el marco para
pegarles a los republicanos en una de sus más sensibles partes, su firme y
simbólica lucha por el derecho para portar armas por parte de la población, o
sea, su “evangélica” tarea de proteger el derecho de la segunda enmienda de la
constitución norteamericana.
Ejemplo de
esto una de las más significativas organizaciones apoyadas por el sector
ultraconservador-republicano, la famosa The National Rifle Association (NRA por
sus siglas en ingles), o la Asociación Nacional de Rifles, (traducido
literalmente, pues no cuenta con un nombre en español). Asociación la cual
cuenta con un presupuesto de 300 millones de dólares anuales por parte de las
arcas del Gobierno Federal, gracias al apoyo de legisladores que se identifican
con el ultra-conservadurismo. En su sitio web, reconocen 15 000 personas
afiliadas, mas se sabe que muchas otras organizaciones supremacistas incluidas
las llamadas “resistencias” paramilitares (grupos ultraderechistas que quieren
imponer las leyes de Dios en la tierra), apoyan su causa.
Obama trata
de regularizar el mercado interno de las armas creando una ley que impida el
acceso a armas de grueso calibre. Mercado que elevó sus precios para los
consumidores nacionales (pues la mayoría de la producción esta destinada al
ejercito), por las guerras trasnacionales
que E.U. ha emprendido para abarcar más mercado. Ahí, el gran enfrentamiento de
las dos contrapartes políticas en el país que destina 41 % de su erario público
en los gastos bélicos, con 211 millones anuales y a pesar de la crisis
económica y un endeudamiento que sigue creciendo segundo a segundo. Se sabe que
entre 2007 y 2011 E.U. aumentó sus gastos en este rubro en relación a los años
2002 a 2006, al 24 %, colocándolo como productor dominante a nivel mundial en el mercado de armas; 16 de las mayores
empresas confeccionadoras de armamento y municiones son americanas.
Pues bien,
ahí la contradicción de este juego político en el cual se han desenvuelto
terribles matanzas en E.U., pues por un lado, el Presidente galardonado con el
premio Nobel de la Paz, tan sólo quiere regularizar internamente el mercado de
las armas, pero no así mundialmente, pues se sabe que suministra armamento a
aliados, utilizando pretextos como la guerra contra el narco, tal como ocurre
en México y Colombia, y mas recientemente, el apoyo en armas a la llamada
“insurgencia” Siria. O sea, que se maten en otras partes del mundo, menos en
nuestro país. Algo de pacificación.
Aterrizando
al porqué de la violencia desatada en un país que se denomina a sí mismo como
el más civilizado y libre del mundo, Obama es un abierto defensor del libre
mercado, y busca implementar sus leyes donde quiera que va, en ese sentido, cae
en la boca de la serpiente que defiende a capa y espada, pues ese misma
filosofía es la que ocupan los republicanos defensores del uso de las armas,
que ponen al alcance de cualquier ciudadano norteamericano equipo bélico diseñado para arrancar muchas vidas. La
organización NRA tiene grandes convenciones donde a niños, se les inculca sobre
el uso de las armas. Es ese mismo mercado y su apertura, la que ha inundado al
país de armas, lo paradójico es que en estados en los cuales las leyes no
permiten el porte de armas, el mercado negro se encarga de comerciarlas,
ejemplo claro Nueva York, donde la aportación de armas es difícil de conseguir,
sin embrago, en el ultimo año se han registrado 30.000 muertes por armas de
fuego.
No es difícil,
pues, llegar a un planteamiento racional del porque actos de violencia se hacen
más barbáricos y sangrientos en el país de primer mundo, cuando por un lado una
creciente corriente ultraderechista evoca odio contra todo aquello contrario a
sus concepciones, y por otro, la obtención fácil de armas legalmente en una sociedad educada a satisfacer sus
necesidades consumistas, sean las que sean, desde la pornografía hasta la
afición por las armas. En ese sentido, ¿dónde están los grandes analistas de
los medios de comunicación que condenan cualquier forma de organización
popular, pero no las acciones de las clases en el poder, que indiferentes, y
por motivos de lucro, dejan que la causa de los efectos sigan cobrando
víctimas?