Liseo González
Hemos despedido el mes de noviembre
bombardeados con indignantes imágenes de un pueblo palestino atropellado por la
fuerza de un imperialismo rabioso, que no tuvo el menor empacho en usar sus
armas contra un pueblo indefenso; sustentando sus argumentos con un discurso
hipócrita y falso. “¡En nombre de la lucha contra el terrorismo!” Ya nadie les
cree este discurso.
Los atropellos que el pueblo palestino ha
sufrido por parte del régimen israelí son escalofriantes. En Gaza estuvieron
soportando misiles durante varios días y por muy poco, también una intervención
terrestre por parte de la fuerza militares.
Israel, usando sus más refinadas mañas, nos
presenta a los palestinos como un pueblo bárbaro y salvaje, al que se le debe
someter. Toma el ejemplo más radical, Hamas, para deducir que todos son
radicales. Es decir, condena a un pueblo entero a la muerte. Las imágenes no
mienten, las bajas que hubo fueron en su mayoría civiles y no los supuestos
terroristas.
Pero después de los bombardeos vino el anuncio,
el jueves 29 de noviembre, del reconocimiento de Palestina como Estado no miembro
de la ONU (contó con el apoyo de 138 estados), a lo que Israel reaccionó
colérico tomando medidas económicas buscando dañar la débil economía palestina
y al pueblo en general. Algo que ya han hecho en otras ocasiones, como hace un
año, cuando el gobierno palestino buscó ser reconocido como Estado por la
UNESCO, cosa que logró.
El enojo del gobierno de Israel y de los Estados
Unidos es que, supuestamente, ahora reconocida Palestina como Estado no miembro
de la ONU, no ayuda a las pláticas de paz entre los dos países, pues, hay otras
fuerzas que pueden intervenir. Un argumento absurdo tomando en cuenta los sucesos
ocurridos en la Franja de Gaza las semanas pasadas. Muy pocos les creen sus
mentiras. Sobre todo porque esas formas negociadoras ya se han agotado y ahora se
tiene que seguir buscando la soberanía y la paz con otros recursos.
Al mismo tiempo, el supuesto compromiso de paz
de Israel se contradice con la expansión e invasión de sus asentamientos hacia
territorio palestino. Y ese muro, que es como una gran bofetada de concreto, y
que da muestra de una política cerrada y poco viable para traer la paz a estos
países. No se necesita ser un genio de la política internacional para darse
cuenta de este absurdo. Esto que estoy diciendo no es una acusación a todo el
pueblo israelí sino a la fracción reaccionaria y a los miembros
ultranacionalistas que se sienten demócratas intachables y que gobiernan ese
país.
Y ahí vemos a los soldados israelís matando
inocentes. “Combatiendo radicales”. Atacando con una desmedida ferocidad mucho peor de la que dicen combatir. Pero, tal
parece que el reloj israelí se ha detenido. Siguen pensando que nadie va a
abrir la boca para condenar sus brutales actos y que todo seguirá quedando en
la impunidad. El pueblo palestino ha dado un gran paso logrando el
reconocimiento ante el organismo internacional, pero es tan solo un paso más. Y
no debe dejar de exigir su derecho inalienable a la paz y felicidad, derecho,
por cierto, inalienable de la condición humana.