A. Mezqui.
Ha llegado la época de navidad y
con ella, uno de sus iconos principales: Santa Claus. Ese hombre gordito al que
muchos pedíamos juguetes cuando éramos
niños, pero que nunca nos traía nada o traía cosas que no le habíamos pedido y teníamos que conformarnos con lo que
trajera, no había de otra.
¿Pero cómo
surgió santa Claus y por qué tuvo tanto éxito?
Nicolás de Bari |
Nicolás de
Bari, un obispo nacido en el siglo IV en
la zona sur de lo que hoy es Turquía,
fue muy reconocido por su caridad y fraternidad hacia los pobres, en
especial, hacia los niños. Llegó a ser santo patrono de Turquía, Grecia y Rusia.
Se cuenta que una vez supo de tres jóvenes que querían casarse pero no lo podían hacer
porque el padre era muy pobre y no tenía dote para darle a sus hijas,
entonces el obispo apareció un buen día
a la puerta de la pobre familia con tres bolsas de oro que servirían de dote a
las jóvenes y se pudieran casar; otra historia cuenta que siendo varios niños
apuñalados y heridos de gravedad, el buen obispo rezó por ellos y estos se recuperaron
considerablemente.
El obispo murió
un 6 de diciembre del año 345 y por su fama y reconocimiento fue hecho santo
por la Iglesia cristiana. Su muerte coincidió con la época navideña, razón por la que se decidió que era la figura
perfecta para repartir regalos a los niños
en esta época.
Al pasar de
los años se extendió esta tradición, al tiempo que se hacían iglesias en su
nombre. Para el siglo XII ya tenía un gran arraigo en Europa. Y en el siglo
XVII los inmigrantes holandeses llevaron esta tradición a Nueva Ámsterdam, hoy
Nueva york. Ahí, con el paso del tiempo fue tomando la forma como la conocemos hoy, aunque el verdadero San Nicolás era delgado y no
vestía de color rojo.
En 1823, el
escritor Clement Clark Moore supo sobre la manera de como San Nicolás viajaba y
dejaba regalos frente a las puertas o ventanas de las casas y se le ocurrió hacer un poema donde le
cambió el nombre a Santa Claus, le atribuía un trineo, renos y que volaba por los aires
durante la noche. Datos indican que el caricaturista Thomas Nast (Nacido en Alemania
y criado en Nueva York) plasmó a mediados del siglo XIX la figura de Santa
Claus tal como la conocemos actualmente: hombre grande con vestimenta roja,
botas negras, proveniente del polo norte.
Santa Claus |
En los años
de 1930, muy inteligentemente varias compañías hicieron uso de Santa Claus para
promocionar sus productos, pues, esta imagen unida con el época
Navideña-religiosa generaban sentimientos de generosidad y filantropía en la
gente y la hacían susceptible para comprar sus productos. Se sabe que una
reconocida compañía de refrescos tuvo
gran éxito al encargarle un trabajo al caricaturista Haddon Sundblom quien se inspiró en Nast para hacer su trabajo. Fue tanto el éxito, que se cree que esta empresa fue la creadora
de santa Claus.
Era el fin de
San Nicolás de Bari. Terminaba la imagen que había servido a la iglesia para
atraer feligreses. Toda su fama y reconocimiento mundial fueron trasferidos a Santa Claus, la nueva imagen que sirve al mercado mundial para
cautivar consumidores.
Podemos ver
en este ejemplo, como el sistema de mercado en el que vivimos, el cual,
movido principalmente por la compra y
venta de mercancías, busca la manera de materializar en dinero, el capital del
burgués, de obtener sus ganancias (ojo, obtener las ganancias, no producirlas, pues estas se generan al interior de la fábrica),
por lo tanto, es imprescindible hacer que la gente compre productos y más productos. Vemos como las empresas
saben que una de las maneras más sutiles de influir en los consumidores para
hacerlos que compren equis producto, es familiarizarse con el consumidor,
generarles una atracción y crear una relación de amistad desinteresada.
Es
desagradable y muy cierto, como las empresas hacen uso de los sentimientos de
bondad y generosidad de la gente y toman ventaja de una u otra temporada para
venderles sus productos. Ahora nos surge
la idea de consultar la historia de cada uno de los íconos en que creíamos y
creemos para saber cómo llegaron a convertirse en lo que son, saber a quiénes benefician en realidad y si son
necesarios tantos personajes e imágenes para vivir en paz y armonía.