Liseo González
CELAC, símbolo de unidad en Latinoamérica.
A principios de este mes se llevó a cabo la primera cumbre de la
CELAC (Comunidad de Estados
Latinoamericanos y Caribeños) en la ciudad de Caracas, Venezuela. El objetivo
era reafirmar su constitución definitiva e integrar un frente ante la crisis
económica. La meta de la CELAC es juntar
a los países de Latinoamérica y el Caribe en una organización regional que
represente verdaderamente sus intereses. Esto ante la incompetente y caduca
política de la OEA (Organización de Estados Americanos) o OAS (Organization of
the American States), la cual, en lugar de ser una organización de defensa, respeto
a los intereses de los países miembros y
motor de desarrollo, ha sido denunciada en innumerables ocasiones, y con mucha razón,
por su política entreguista a favor de los intereses de los Estados Unidos de
Norte América.
La CELAC fue
creada como contraparte de la OEA, y a consecuencia de una necesidad de
verdadera unidad en la región. Su objetivo es lograr una integración política, económica,
social y cultural entre los 33 países que la conforman. La región cuenta con un
total de 596.937 millones de habitantes (8.53% de la población mundial) y con una superficie de 21.404.837,47 km2.
La economía
latinoamericana que durante mucho tiempo tuvo un desarrollo lento y espontaneo,
actualmente está experimentado un gran desarrollo. La región cuenta con tres
economías grandes: Brasil, Argentina y México. La mayoría de sus miembros son
economías emergentes y pobres.
Con la formación
de la CELAC, se cumple el sueño-meta de Simón Bolívar, que en 1826 propuso en
el Congreso de Panamá la unidad de Latinoamérica en contra de la dominación
imperial de poderes externos.
La OEA desde
1948, año de su creación, fue una burocracia internacional que sirvió a los
intereses de los norteamericanos. Muchas veces abiertamente en contra de los
países latinoamericanos, funcionando como falso organismo internacional; como
en el caso de la suspensión de Cuba en el año de 1962, ya que consideraba que “el comunismo era incompatible con el
espíritu de la organización americana”. La OEA ha sido la aplicación,
disfrazada algunas veces, de la doctrina Monroe a América Latina, es decir, en
lugar de “América para los americanos”, era “América para los norteamericanos”.
Y lo único que Latinoamérica ha ganado en los 63 años de vida de la OEA ha sido
subdesarrollo y dominio. Así la describe
Rafael Correa, “La OEA ha sido históricamente capturada por los intereses y visiones
norteamericanas y sus sesgos y atavismos acumulados la vuelven ineficiente y
poco confiable para los nuevos tiempos que vive nuestra américa”. Y así es,
los tiempos y las circunstancias actuales exigen organismos reales que cumplan
con el fin que fueron creados y sean consecuentes con sus objetivos, algo que
la OEA ya no está en condiciones de dar a los pueblos de Latinoamérica.
OEA, bandera de decadentes políticas.
La formación de
la CELAC ha marcado el inicio de una nueva era para Latinoamérica y de esta con
su participación en el mundo; es el nacimiento de una verdadera unidad de
estados americanos. Y aunque el futuro se vislumbra prometedor, sabemos que las
potencias (EU y Gran Bretaña) no se quedarán con los brazos cruzados y harán
cualquier tipo de maniobras para sabotear la unidad. La CELAC está
representando una verdadera unidad y hermandad entre los pueblos, cosa que
nunca pudo hacer la OEA en sus 63 años de existencia.