13 dic 2011

Urge salir del infierno que crea la pobreza.



Por: Ricardo Flores Rioblanco

Esta semana ha sido intensa, no han sido tan solo los  resbalones literarios o las negaciones necias sobre la desigualdad  o la despreocupación e indolencia que los medios han demostrado al no exponer las condiciones miserables en las que millones de familias pobres tienen que soportar la onda gélida que azota al país y que ya cobró vidas humanas.  También se habló de infierno, el cual pareciera existir en nuestro país.

La película “El Infierno”, dirigida por Luis Estrada, ganó este domingo el primer premio Coral al mejor largometraje de ficción en el 33 Festival Internacional de Nuevo Cine Latinoamericano celebrado en La Habana. No soy experto en cuanto a criticar el arte se refiere, sin embargo, puedo catalogar a dicha película como una de las mejores que he visto, pues plasma de forma certera y con una buena dosis de humor, la errónea estrategia presidencial que se ha concentrado en combatir frontalmente al crimen organizado, en vez de crear empleos bien pagados y crear mejores condiciones de vida para los trabajadores y campesinos.

La película exhibe las condiciones del campo; el abandono absoluto de la agricultura por parte de un gobierno al cual no le interesa (o no le conviene) promover la autosuficiencia alimentaria y muchos menos mejorar las condiciones de vida de los campesinos. La dura y cruel realidad de la mano de obra mexicana que se ha visto obligada a regresar del país del norte, para encontrase con que aquí todo está peor que cuando se fueron. Una juventud desorientada, que anhela lo que el sistema le ofrece pero no provee; una creciente y amenazante desigualdad social de la cual se busca escapar (a falta de trabajo honrado),  aun así sea por los caminos más peligrosos, trillados e insensibles como lo es el tráfico ilegal de drogas o el ajusticiamiento a sueldo; autoridades déspotas que ejercen el poder sin fijarse en el pueblo que los llevo a ese puesto.

Estando en la recta final del año, México se muestra más sombrío y desolador en cuanto a situación social se refiere, el infierno plasmado en la película se vuelva más tormentoso y brutal  en la realidad; el pueblo muere de hambre e insalubridad; paga con su vida el indignante derroche de la clase poderosa y sus malos hábitos de “vivir bien” y “gozar la vida”; así es la clase poderosa,  que con su ejemplo, impulsa a pobres diablos a vivir bien mientras se pueda y como se pueda.

Se me ha quedado en la memoria la escena en donde se le encuentra sentido a la película; excavando una tumba después de haber matado a un individuo a sangre fría, “El Benny” (Damián Alcázar) pregunta a su afamado socio “El Cochiloco” (Joaquín Cosío) que si no le daba miedo de irse al infierno por  matar  “así porque si”;  a lo que “El Cochiloco”  respondió  que durante su vida habían sufrido miseria y hambre, un infierno al que ningún ser humano debería ser expuesto. Urge desterrar a la pobreza de México;  y es necesario que sea el pueblo pobre  el que se organice y eduque, para que sea él  mismo y no otro quien lo haga, pues por gente ignorante y seres insensibles, es que estamos como estamos.   

          Pobreza, problema nacional.