Liseo González
En los últimos meses, pero con mucha
más insistencia en las últimas semanas, los medios de comunicación nos han
mostrado imágenes de la violencia que se vive en Siria, y nos cuentan los
decesos diarios que no bajan de decenas.
Este país del oriente medio africano, cuenta
con una población de 19 millones de habitantes, la mayoría de los cuales habla
árabe. Comparte frontera con Turquía por el norte, con Iraq por el este, con
Israel y Jordania por el sur. Es miembro de la Liga Árabe y de la Organización
de las Naciones Unidas desde 1945. Su constitución (la de 1973) define
oficialmente a Siria como un estado socialista laico reconociendo al Islam como
religión mayoritaria.
El actual conflicto armado que vive, ha estado
afectando gravemente al país y ha venido escalado en violencia, promovida esta,
principalmente, por grupos terroristas que tratan de desestabilizar al gobierno
del presidente Bashar Al Assad. Este conflicto armado se ha querido utilizar
por parte de las potencias mundiales y aliados, para entrometerse en la
política de Siria. A Estados Unidos, por ejemplo, se le ha acusado (Que raro,
¿no?) de querer aplicar en Siria el guión libio: sanciones internacionales, embargo
aéreo, intervención militar occidental y cambio de gobierno.
En los órganos internacionales donde se ha
discutido el caso de Siria se ha votado por una intervención (invasión),
promovida por las grandes potencias, con la única finalidad de derrocar al
Presidente. Por ejemplo, el pasado mes de Febrero se votó en la asamblea
general de la ONU. De los países que participaron en el evento, 137 votaron a
favor de la resolución; 12 se opusieron y 17 estados se abstuvieron. Entre los
que se opusieron fueron Rusia, China, Irán y los países latinoamericanos del
ALBA (Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, integrada
entre otros por Venezuela, Cuba, Bolivia y Nicaragua), que han manifestado su
apoyo al régimen de Bashar al Assad.
En total, 27 estados son los coautores de dicho
proyecto intervencionista, incluidos Qatar, Arabia Saudí, Bahréin, Francia,
Jordania, Libia, Túnez, Turquía, Gran Bretaña y EE. UU.
Pero las denuncias no se han hecho esperar.
Rusia, con su firme postura por impedir la intervención de países de occidente
en el conflicto sirio ha sido respaldada por China, buscando siempre preservar
la independencia, unidad y soberanía de Siria. Los otros países que también
están en contra de la intervención son Irán, Venezuela, Cuba, Bolivia y
Nicaragua.
Las negociaciones se han ido desarrollando
satisfactoriamente y se han logrado importantes avances, como la entrada de
Kofi Annan para la búsqueda de la solución pacifica de lo conflicto. Otro
importante paso hacia la paz interna que dio el país fue el recién referendo
nacional mediante el cual el pueblo votante aprobó con 87,4% las modificaciones
sustanciales a la Constitución. Estas permitirán dinamizar la vida política con
una mayor cantidad de organizaciones y partidos.
Aunque muchos han advertido sobre las
consecuencias que traería el hecho de arremeter contra Siria, países como
Israel, EU y algunos países europeos siguen insistiendo en la intervención de
Siria, a costa, claro, del derramamiento de sangre.
Ante tan descarada propuesta de intervención
(invasión), la comunidad internacional no puede seguir inmóvil, porque así
permitiría la repetición del capítulo libio. Pero, ¿Lo permitirá?,
esperemos que no.