Por Ricardo Flores Ríoblanco
En días pasados se “celebró” el día
internacional de la mujer, y en México, diferentes figuras públicas cumplieron
con el protocolo de felicitación, pues era “su día”; Felipe Calderón las llamó
“la mayor fuerza de transformación” en el país,
y dijo: “Nuestra meta debe ser erradicar la violencia contra las
mujeres, que sigue existiendo en México por desgracia, en particular la violencia intrafamiliar y la trata de
personas, una verdadera esclavitud ante la cual sociedad y Gobierno debemos
reaccionar con firmeza y con determinación”.
Mi pregunta es: ¿tal meta es alcanzable dentro
de un sistema social que promueve la violencia,
la inequidad y que permite también la
degradación de la mujer?
La mujer actual está sujeta a estereotipos muy
bien elaborados para determinarle su papel dentro de la sociedad; desde
pequeñas se les enseña a ser “madres” de pequeños juguetes y se les induce a aspirar por “el marido” y “la
familia feliz” para alcanzar un estatus social decoroso. La mercadotecnia utiliza a la mujer y su
sensualidad para lograr proyectar su mercancía, logra vender la idea de que si
utilizas tal producto, te podrás conseguir una modelo como la del anuncio, y
aunque no sea culpa suya, sino del sistema que así las educa, las modelos
tratan su cuerpo como si fuese una mercancía, por ello dejan que se les utilice
de las maneras más degradantes e insultantes.
No se diga de los casi infinitos prejuicios que
a la mujer se le inculca en cuanto a su apariencia física se refiere, la
necesidad de acumular cuanta crema o producto de vestir se necesite para que
“luzca bella” y “joven”, los cambios estéticos utilizando “bisturí” e
inyecciones, etc.
A México le urge, en efecto, acabar con la
inequidad de género, pero no haciendo demagogia ni poniendo de ejemplos a
mujeres que por sus características, representan a una clase social
determinada, en este caso hablo de “La primera Dama” y de la ya oficial
“Candidata Presidencial”.
¿A la mujer de clase pobre, la trabajadora, la
madre soltera, la indígena, a ellas quien las representa y defiende? El
machismo promovido después de los turbulentos años de la revolución de 1910,
cercenó el respeto y admiración que se había ganado la mujer, la cual fue parte
activa e importante en la gesta revolucionaria (recordemos a Las Adelitas), que
colaboraron al lado de los hombres; así mismo, el machismo –pues a la nación le
urgía recuperar la fuerza de producción perdida en los campos de batalla-
colaboró a la sumisión de la mujer ante
el hombre, fue excluida como fuerza progresista y pasó a ser “el ama de casa”.
La mujer debe recobrar su papel en la
lucha por una sociedad mejor; fue precisamente cumpliendo ese papel como ha
ganado sus más importantes batallas, de hecho, gracias a su lucha organizada
fue creado lo que en un principió fue llamado el Día Internacional de las
Trabajadoras, ahora simplemente llamado “Día Internacional de la Mujer”.
La mujeres mexicanas tienen mucho por que luchar aún, pero primero deben exigir un
cambio social, proporcional al de sus aspiraciones, es decir, una sociedad
donde al ser humano no se le considere como mercancía, sino como lo que es, un
ser que posee en sí, la mayor fuerza de transformación que habita este planeta,
su fuerza de trabajo, que es la única generadora
de toda riqueza, la cual no es repartida equitativamente, pues sólo un puñado
se adueña de la mayor parte, dejando en la miseria a la mayoría, que es donde
la mujer ocupa un lugar importantísimo en número, pero que aun así, se le
menosprecia y explota al igual (o peor aun), que a los hombres. Su lucha, creo
yo, debe ser contra la esclavitud del sistema, que ha sabido seducir la
característica sensibilidad femenina, y dormirla ante la aterradora realidad
que nos rodea, la pobreza.