Ricardo Flores Ríoblanco
¿Cuántas veces hemos tenido la oportunidad de reclamar
a nuestros gobernantes, nuestras inconformidades? Al pueblo pobre y trabajador le esta vetado el alzar la voz, se le cierra
la boca y cuando grita tratando de llamar la atención, se le tacha de
alborotador y mal educado por los más “entendidos”, que el sistema promueve
como “defensores de la libertad de expresión”.
Al pueblo le hacen falta espacios en donde se escuche su
voz, pero le hacen más falta gobernantes
que lo escuchen y atiendan, que sean sensibles ante el sufrimiento de los que
crean con sus manos callosas la riqueza nacional y que hacen patria con su
sudor. Recientemente, al Presidente Calderón le fue interrumpido un discurso
ante empresarios; el “vociferante” como lo llamó Calderón, fue Tonatiuh Moreno
Ramos, estudiante de la Maestría en Comunicación de la Ciencia y la Cultura del
Iteso.
Visiblemente ofendido por la interrupción, el Jefe del
Estado Mexicano, le dijo que no había necesidad de vociferar, pues él dirigía
un estado donde la libertad de expresión estaba permitida, y donde el dialogo
era la principal forma de gobernar; Calderón, después de afirmar que había
espacios disponibles para que el dialogo entre autoridades y ciudadanos se
diera, pidió que antes de hacer cualquier tipo de reclamo, se racionalizara, que
hubiera argumentos de por medio y no solo “gritos”, además de pedir, que le
dejasen seguir conduciendo el país a su manera, pues era la más acertada y que ni
él, ni su gobierno, estaban “cruzados de brazos”.
A pesar de
haber causado un disgusto al presidente, del hecho no se habló casi en los
medios de comunicación, pasó casi inadvertido, así mismo la actitud prepotente
del Presidente, que abusando del estrado, arremetió contra el inconforme
llamándolo “manejado” e “ingenuo”, que dijo, se le llamaba de otra manera en su
tierra, pero que estaba en “público”(sic!), ridículo intento de cachetada con
guante blanco, insulto contra cualquier intento de crítica proveniente de la
sociedad.
Dejo por último, el párrafo final de la carta que escribió Tonatiuh Moreno Ramos,
esperando que urja a los tres lectores de Voz
Activa a defender la verdad: “Muchos mexicanos estamos hartos del lenguaje
de las balas y la sangre, y preferimos el de las palabras, aunque a veces
tengan que gritarse. ¿Qué logré? Quizá materializar la voz de muchos que
queremos que las cosas cambien. No sabía si el incidente terminaría con el
silencio y mi detención o habría otras repercusiones. Creo que por lo menos
logré que se reavive el debate, volver a darme cuenta de que somos muchos los
que no estamos conformes y que podemos alzar la voz. El mundo ha cambiado y
podemos cambiarlo. Iniciativas como la del Túmin o espacios como Nuestra
Aparente Rendición dan esperanza y cada vez hay más indicios. Cada vez somos más los que creemos que otro
mundo es posible.”