7 mar 2013

Policías comunitarias, un problema latente.

Liseo González

Como ya muchos saben, las comunidades pobres de algunos estados han optado por la autodefensa de sus propias comunidades. Han surgido estos grupos en Veracruz, Chiapas, Oaxaca, Estado de México, Jalisco, Chihuahua,  Michoacán y con mayor  fuerza en Guerrero.  

En las partes que han proliferado son sobre todo zonas campesinas e indígenas. Que resaltan por los altos niveles de pobreza, marginación, abandono y presencia de grupos criminales. Este crecimiento fuera de control es una navaja de doble filo, porque pueden ser grupos formados por la propia comunidad para su protección o simplemente grupos creados para renovar los cacicazgos, los grupos parapoliciacos o abrir una puerta más para el crimen organizado y el narcotráfico armados.

A grandes rasgos el fin de estos grupos podría estar justificado y hasta ser necesario ante tanta inseguridad. Pero por otro lado los riesgos de mayor arbitrariedad, abusos y violación a los derechos humanos aumentan, puesto que en la mayoría de los casos estos grupos se autoproclaman jueces y dictadores de sentencias. Aquí unos ejemplos: el homicidio de un hombre en Atliaca, municipio de Tixtla, los tres presuntos delincuentes que han matado y las decenas de detenidos en Ayutla que no pudieron ser vistos en un principio por la Procuraduría estatal, y los señalamientos contra Fredy Gil Pineda Gopar, Alcalde de Santos de Reyes Nopala, Oaxaca, a quien se le ha acusado de crear un colectivo de autodefensa enfocado a sus propios intereses.


El estado con mayor autodefensa es Guerrero, donde los habitantes de más de 10 comunidades salen a la calle encapuchados, con machetes o armas, colocan retenes y hacen frente a los delincuentes. Se sabe que estos grupos cuentan con el respaldo de ediles, síndicos, regidores y del mismo gobernador, Ángel Aguirre Rivero, quien ha afirmado que ante la incapacidad de los poderes públicos, hay que dejar que la gente se arme para defenderse, e “inocentemente” se ha limitado a  brindar apoyo a tal iniciativa.

Según el artículo 17 de la Constitución “ninguna persona podrá hacerse justicia por sí misma, ni ejercer violencia para reclamar su derecho”, pero la inseguridad puso en entre dicho esto y el hartazgo, el miedo y la inseguridad pudieron más y así nacieron algunos grupos de autodefensa o policías comunitarias.

Una revisión periodística revela que en el país actualmente hay 36 grupos de autodefensa ciudadana en ocho estados: 20 en Guerrero, cuatro en Michoacán, tres en Morelos, dos en Oaxaca, dos en Veracruz, dos en Chihuahua, dos en el Estado de México y uno en Jalisco. (Revista Proceso, 23 de febrero de 2013).


Si bien es un derecho la autodefensa, este problema nos deja ver la ineficacia del Estado mexicano para defendernos y también nos plantea unas preguntas: ¿hasta dónde llega la incompetencia de las fuerzas del orden para proteger a la población y hasta donde la corrupción? Porque ¿Qué nos hace pensar que estas policías comunitarias podrán con la tarea de la fuerzas policiales y fuerzas armadas? ¿Acaso cuentan con mayor preparación o armamento para hacerle frente a los grupos organizados? Y ante todo esto, ¿Qué piensan los pobladores de estas comunidades? ¿De verdad están más seguros? En realidad nadie debería estar fuera de la ley, pues las consecuencias podrían ser mayores que la solución.

En realidad las mayores preocupaciones son que se sigan propagando estos grupos a comunidades donde la violencia esta golpeado más fuerte, llegando así a controlar grandes áreas o que estos grupos se conviertan en brazo armado o grupos paramilitares de políticos inescrupulosos que solo los utilicen para sus intereses particulares o en manos del propio crimen organizado. Es decir, corren el riesgo de convertirse en instrumento de las mafias a las que pretenden combatir y a alejarse del fin con que surguieron.