3 may 2013

La tarde


                                 Chunte Wiñik 

Y llegó la tarde,
hermosa como una dama sonrosada.
La frescura del viento me acaricia el rostro.
Su hermoso manto crepuscular me cubre,
mientras el sol se desvanece, me abandona.

¿Cómo ser un palomo para llegar a lo más alto
y así burlar los precipicios de los edificios,
contemplar las estrellas que se apoderan de las calles
y  gritar desde la altura nebulosa:
las estrellas, las estrellas están en la tierra?

Sobre el suave ondeo de la bandera
aparece una nube negra y fresca
cargada con el néctar que cubrirá la tierra.
¡Qué hermosa es la tarde!
¿Cómo perpetuarla? ¡Ah! Es imposible y se va.

El último rayito de luz también se desvanece.
La oscuridad domina poco a poco.
Un relámpago silencioso aparece
trazando una línea en el cielo solitario.
Pues las estrellas, ¡las estrellas están en la tierra!

Y se va la tarde.
Entonces me invade la nostalgia.
Mil cosas por mi pensamiento pasan.
Después, mi alegría vuelve.
Tarde, tarde: ¡te esperaré mañana!