4 abr 2013

Consuelo y sosiego

Liseo González

“Con cariño para quien sin proponérselo se ha convertido en una vasta fuente de inspiración.
Compañera de escritos, personaje de historias y musa por decreto.
Mi más noble numen y mi dulce secreto.
Para vos.”  




Hoy vengo decidida a empeñar mi hígado a cambio de un poco de consuelo y sosiego. Sentada veo las cervezas marchar frías y sudorosas por las yemas de mis dedos. Hoy vengo plenamente convencida de mi meta: olvidarte. Aunque estoy segura que podría salir derrotada, quizás te recuerde más. Pero qué carajos, ya estoy aquí.

Siento el rose de mis labios por la boquilla de la botella y me hacen recordar tus sonrisas, pero una a una se esfuman como el gas de las cervezas que se suceden. Hace unos minutos te veía nítido y claro mientras distraídamente escuchaba la conversación, pero ahora te me escabulles. Ya no te siento.

No sé si fue prudente venir, pero aquí estoy.

Tengo mi cabeza repleta de promesas y los pulmones asfixiados de humo. Quisiera no pensar en ti. ¡Olvidarte! Pero lamentablemente eres un bonito recuerdo. ¡Fuiste un bonito recuerdo! ¿Serás un bonito recuerdo? Ya, eso se acabó. Ahora no tengo espacio para ti en mi memoria.

Creo que vivo bastante cómoda, por eso me doy el lujo de mortificarme por falsos amores e infames amantes y mírame como he terminado, tan vil. Que fatal, tengo tiempo para dedicarle al amor y soy desgraciada. ¡Mírame aquí, contemplando las botellas vaciarse!

Pero estoy decidida, quiero acabar de una buena vez con este pesimismo, con esto que creo yo es una fatalidad, pero que por alguna terca razón sigo aferrada aquí, sin querer ver el más allá. Sé que no puedo descifrar el futuro. Que no puedo saber lo que vendrá, pero todo esto me servirá de lección para presentes cercanos y distantes futuros.

La música sigue sonando. Los de al lado no paran de reír. Esto es lo que llamo el efecto contrario del alcohol. Las canciones me lo siguen recordando y la inspiración me va y me viene.

Camino a casa voy utilizando el zig-zag como técnica para mantenerme en pie. No veo más que luces rojas y señales que dicen ALTO, pero mis piernas se aferran y quieren continuar. Y continúan. Llegaré directo a la cama y me tumbaré, tal vez pensado en ti o pensando en mí o sin pensar en nada ni nadie, sino en el futuro hasta dormir profundamente.