Por
Hilda García.
En el norte de la república, se está viviendo una sequia que ha
provocado una crisis alimentaria. Hay 18 estados afectados, es decir, 40% del
país; entre los estados más afectados están: Chihuahua, Zacatecas,
Aguascalientes y Durango. Y se ha advertido que de no tomarse las medidas
necesarias, esto podría extenderse hasta el siguiente año. Pero, ¿es
verdaderamente la sequia la causa de esta crisis alimentaria?
Recordemos, que
comenzando el 2012 se presentó un incremento a los precios de los productos y
servicios; el aumento de productos básicos: arroz, maíz, frijol, huevo,
etcétera, vino a empeorar la situación
de millones de pobres, sobre todo a los habitantes del norte del país, obligando a
muchos indígenas y campesinos a ir a las ciudades en busca de empleos y
alimentos y que muy seguramente, obligará
a muchos otros a emigrar a Estados Unidos, algo nada nuevo, pero que
drásticamente aumentará. La falta de empleos, el aumento a productos básicos, las
sequias y las malas políticas, han derivando en algunas regiones del país en
situación de hambruna, una de ellas es la región tarahumara, que está sufriendo
desabasto de maíz y frijol, productos de consumo básico para esta comunidad;
aunque debemos recordar que no son los únicos en esas condiciones, pero son los
que los medios de comunicación se encargaron de mostrarnos a lo largo de la semana.
Esto se
disparó cuando llegó la noticia de que grupos de indígenas de la etnia raramuri
se estaban suicidando por falta de alimento. Entonces se inundó estas
comunidades con reporteros, funcionarios públicos, políticos y hasta el mismo Presidente de la república, que pasó la noche en una de esas comunidades de las
sierra, para compartir la pena de los indígenas, ¡vaya acto de sensibilidad del Presidente!
Pudimos ser
testigos de niños mugrosos, descalzos,
llenos de piojos y desnutridos; de familias completas viviendo en las perores condiciones, es
decir, pudimos ver el crudo rostro de la pobreza. Por ahora y gracias a la ayuda, sabemos que
estos indígenas hoy se les llevarán unos cuantos granos de maíz y frijol, pero
el problema no se ha resuelto, o al menos, nadie se ha pronunciado y propuesto
algo. Aunque nada nos sorprende esta práctica, lo que más duele, es que sólo se
den sedantes cuando se necesita hacer una operación.
Esta
desgracia, que ahora viven los rararumi y los cien mil Tarahumaras que habitan
en Chihuahua, es la misma que padecen miles de indígenas de Guerrero, Oaxaca,
San Luis Potosí, Hidalgo y muchos otros. Lo de la Sierra Tarahumara, no se trata tanto
de falta de lluvias, sino del despojo, olvido y violación de los derechos de los
indígenas.
Es verdad que
la sequia ha venido a agravar esta crisis alimentaria, pero la injusta
distribución de la riqueza más la incompetencia de nuestro gobierno para
atacarla, se han encargado de hacerla más grave y profunda. No basta con que se
asombren los políticos de la pobreza y
pongan el grito en el cielo, sino que lo que el país exige son soluciones
concretas. Pero con un modelo económico tan ineficaz y con tan injusta
distribución de la riqueza, dudo que lo logremos resolver.