Ricardo
Flores Ríoblanco
Hay tantos periódicos y medios informativos que enumerarlos y
clasificarlos aquí, sería perder el tiempo, y sólo por una razón: todos son
dirigidos por intereses privados que buscan influir en las mentes de sus
receptores, el pueblo en general. Al mismo tiempo moldean a su conveniencia la
información sobre la realidad, sea en política, deportes o cualquier otra
fuente de la que se ocupe.
Lo que hace
estremecer, es que los periodistas que tanto dicen “defender” el oficio con
“profesionalidad” y aseguran no tener ningún otro interés más que el de
mantener “informado” al público, se han autoproclamado como “la verdad andante”
e irrefutables ante cualquiera que opine lo contrario a lo que informan, pero
no de lo que ellos piensan, sino de lo que su patrón decide (por eso les paga)
que divulguen; esto es sobre la información y opiniones que tanto “defienden”.
Hay mentes independientes en el campo que
buscan transmitir la información con un sentido humano, con integridad
periodística y criterio propio, pero su campo se ve cercado por la directiva
del periódico (hay sus honrosas excepciones) que decide, de un plumazo, poner
el encabezado de las notas que aportan dichos reporteros.
Como muestra un botón. Llama la atención la siguiente nota periodística publicada por el diario “Novedades” de Quintana Roo, el cual decía en su encabezado: “Rebelión campesina domada por policías.” De inmediato me imaginé a los campesinos realizando un alzamiento en algún lugar de aquel hermoso estado, pero al leer el texto decía lo siguiente: “Agricultores del municipio de Bacalar que se manifestaban en Palacio de Gobierno para reclamar el pago de indemnizaciones por la pérdida de sus cultivos después del paso del huracán “Hernesto”, fueron contenidos por cuerpos de seguridad antimotines armados con gases lacrimógenos, armas cortas y escudos para impedir que los manifestantes” - ¿no eran rebeldes alzados?- “irrumpieran en la sede del ejecutivo.”
México necesita
medios públicos donde el pueblo, la juventud, las organizaciones sociales y
demás causas dignas, tengan una voz objetiva, sensible al momento de describir
las condiciones de la clase trabajadora, que logre darle forma y razón a sus
ideas y sentires más genuinos, que sepa recoger sus penas y plasmarlas de
manera tal que el lector las sienta en carne viva, que haga remover sus entrañas
y logre no tan sólo informarlo, sino dejarlo con la idea clara de lo que es el
sufrir en la pobreza y, sobre todo, el calvario de los que luchan para que las
autoridades les cumplan compromisos. De otra manera, el abuso y el reportero,
serán parte de una misa cadena.