5 dic 2012

TOMA PRESIDENCIAL ENTRE PÓLVORA RADICAL.


Ricardo Flores Ríoblanco

Volvió el PRI al poder y el PRD se quedó con las ganas; AMLO se quitó la mascara del amor mostrando una cara trasnochada que a fuerza de mantener despierto el deseo por el poder, vuelve a la carga con el ya trillado robo electoral e imposición. Tal parece que la caja de pandora fue abierta por manos desconocidas, desatando las riendas de  grupos de choque; tácticas violentas intentan  ensangrentar a un país que de por si, desangra ya por 12 años de panismo derechista.

 Varios de los “inconformes”, eran estudiantes ligados al movimiento 132, La Juventud Comunista y MORENA (nueva plataforma política de AMLO);  ahora piden la liberación de los que llaman “presos políticos”. 

El grupo lopezobradorista en el senado dejó bien claro durante la toma presidencial, que la “insurgencia” no se limitaba a las calles; sin embargo, el abanderamiento presidencial cumplió con el protocolo, pues ni los sombrerazos ni los intentos de tomar la tribuna, evitaron que el nuevo presidente entrara por la puerta principal y saliera por la misma, en esta ocasión, nada de puertas traseras.

La mano negra que planeó con anticipación los actos de violencia, por algún poderoso individuo; mientras la izquierda utilizó un muro humano que accionó con temeridad contra una policía entrenada para controlar revueltas, fue esa masa la que pagó las consecuencias de un lineamiento convocando a la violencia. 

El país vive un deterioro social, y no es tan sólo la inseguridad, es la pobreza que azota a más de la mitad de la población, que sufre de hambre, ignorancia, insalubridad, y demás consecuencias de un mal reparto de la riqueza nacional; de ahí que el incremento de la violencia se dispare, pues, qué otra alternativa tiene el mexicano ante la falta de empleo bien remunerado.

México necesita una izquierda comprometida con el pueblo, independiente del subsidio estatal, educadora y organizadora de las clases trabajadoras, con objetivos claros y sobre todo, con una filosofía que profundice en los verdaderos problemas nacionales y los resuelva con prácticas leales a las necesidades de los pobres, que el erario llegue a las colonias marginadas, a las escuelas olvidadas, a los estudiantes pobres, a las familias que carecen de servicios básicos elementales, en fin, que la riqueza nacional genere mejores condiciones más humanas entre la población que carece de todo, hasta de comida.    

Caudillos han pasado a la historia, se necesita un pueblo emprendedor, politizado y organizado que pueda realizar un cambio radical en la sociedad, es decir, que tome el poder político y lo utilice a su favor, que emprenda bajo un programa bien definido, el rumbo de la nación para que beneficie a sus hermanos de clase. La “izquierda”  oficial ha descubierto su falsa política, demuestra en los hechos que lo único que le interesa es el poder por el poder. Su error, radicalizar su posición exponiendo a la represión y muerte a sus seguidores. ¿Acaso piensan que la clase trabajadora o campesina está lista para estallar en una revolución armada? Si así fuera, su convocatoria a la violencia, hubiera sido apoyada a lo largo y ancho del país, mas la mayoría del pueblo permaneció quieto. Una revolución no se hace de la noche a la mañana, una insurgencia no llega muy lejos tan sólo por la espontanea indignación del pueblo. La pobreza no se podrá combatir con violencia, se necesita un plan a largo plazo, y una educación que politice al pueblo, que le de la oportunidad de despertar del letargo al que ha estado sometido.

La lucha política, pacifica, organizada y bajo el marco de la ley, es la única alternativa viable, porque es la única lucha que  esta velada por la Constitución Mexicana, y la que menos hará estragos entre el pueblo trabajador.

Aun así, la lucha debe ser sistemática, subversiva pero respetando las leyes, inteligente y sobre todo, basada en los sentimientos y necesidades más sentidas del pueblo pobre, de otra manera, una aventura radical causaría una herida que sangraría por mucho tiempo.