10 ene 2013

Te amo, pero no del todo.


Liseo González

Era el tiempo de las noches frías. La época en que las hojas débiles ya por la larga temporada comienzan a caer en suaves balanceos aterrizando sobre el piso. Las calles tan solitarias a estas horas y las callejeras luces tan opacas daban muy poca confianza para salir. Adentro, la televisión a volumen medio masticaba una historia apasionada con unos desmedidos brochazos de  amor idealizado. Besos, caricias, y demás etcéteras que vienen después, le dieron las necesarias fuerzas a Carlos para confesar a su mujer algo que le mordía la conciencia. El calor y la tensión aumentaban cuando de reojo miraba a su mujer y ella, como cautivada, miraba la televisión con ojos impasibles y vehementes sin perder un solo detalle.

Entre la duda y el desconsuelo, él acertó a agarrar un cojín que abrazó hasta más no poder. Volvió a mirar de reojo a su mujer y comenzó:

-Sabes mujer, te amo…
-Si claro, ya lo sé.
-Espera -retomó él, sintiendo que no se daba a entender-, te amo, pero no del todo.
Sin inmutarse ella respondió.
-De eso se trata, ¿no? De ir amando poco a poco. Yo ni siquiera he llegado a amarte, te comprendo y eso es suficiente.
-¿Y crees que me comprendes del todo?
-Del todo no, pero al menos lo necesario.
-¿Y eso te basta?
-Es todo lo que necesito.

Ella muy segura de lo que sentía, parecía no inmutarse. Él, sin embargo, sudaba seco como si el mundo estuviera al punto del colapso. Después de una breve pausa, prosiguió con una amarga sonrisa.

-Y yo que creí que al confesártelo llegaría nuestro FIN.
-¡Ouch! Fin, que palabra tan fea.
-¡Feísima! Diría yo.
-Me refiero al fin no como algo absoluto, sino como el fin de una cosa y comienzo de algo nuevo.
-Entonces sería el fin del primer acto, por decir algo.
-Algo así. Pero no te mortifiques con que si me amas o no. Lo importante es saber comprender, asumir los finales de nuestros actos y continuar.
-Bueno, ahora ya sabes que te amo, pero  no del todo.
-Mejor dicho, me comprendes con un poco de amor…

Carlos no supo más que hacer una mueca simulando una sonrisa; quedó con la convicción amarga del fin de una nocturna conversación. En cambio ella se levantó, lo besó en la mejilla, apagó la televisión y se tumbó a dormir.