7 feb 2013

“El Grito” de Edvard Munch


Liseo González.

                Después de tener la posibilidad de contemplar una de las versiones del famoso cuadro “El Grito” (Skrik en noruego; antes conocido como “La Desesperación”) del artista noruego Edvard Munch, me quedaron varias dudas como: ¿por qué a la gente le gusta tanto este cuadro?, ¿qué significa?, ¿cómo se convirtió en un icono?, ¿será que es muy fácil identificarse con el tema que aborda, la desesperación?

“El Grito"
La realidad es que el cuadro, convertido desde hace mucho tiempo en un icono, no es nada espectacular y menos imponente. Además de dar una fuerte sensación de estar hecho toscamente y con una técnica rudimentaria.  La versión original parece estar tratada de forma negligente por el propio autor. Pero en el fondo, “El Grito” es más que técnica, mucho más. Es un cuadro de finales del siglo XIX, tiempo predominantemente basado en la belleza física y la técnica depurada como un acto de serenidad. Es decir, encontrarse por esos días con alguien que afirmaba que el contenido  de la obra era más importante que un pulcro acabado técnico, era toda una revelación. Una forma de romper con todo. De ahí su importancia.

Edvard Munch, autor de "El Grito"
Existen 105 versiones de “El Grito”: 5 de ellas cuadros (3 óleos y 2 en pastel) y las otras 100 son versiones en grabados. La versión original se remonta al año 1893, hecha por el pintor cuando tenía 29 años y que actualmente se exhibe en la galería oficial de Oslo.

La pintura,  un cuadro expresionista, es una figura andrógina con un paisaje  de fondo (Oslo visto desde la colina de Ekeberg) que parece estar mirando al espectador con grandes deseos de confesar o decir algo y que provoca una reacción de terror. Pero, ¿Qué grita? Lo que expresa son sonidos que proceden de la figura hacia afuera o de algo aterrador de afuera hacia adentro. Pero parece gritar aún más fuerte el paisaje. Es como un grito que sintió el autor aplastado por todo el horror de su vida y que nadie escucha. He aquí las palabras del propio Munch: “Paseaba por un sendero con dos amigos - el sol se puso - de repente el cielo se tiñó de rojo sangre, me detuve y me apoyé en una valla muerto de cansancio - sangre y lenguas de fuego acechaban sobre el azul oscuro del fiordo y de la ciudad - mis amigos continuaron y yo me quedé quieto, temblando de ansiedad, sentí un grito infinito que atravesaba la naturaleza.”

Versión litográfica de “El Grito”

Sin duda, el cuadro no fue un ataque de locura o un arrebato de inspiración, sino el resultado de largos años de trabajo y experimentación. Esto se demuestra por otros trabajos del propio autor como “La Desesperación”, “La Ansiedad”, “Atardecer en Karl Johan”, entre otros que antecedieron a “El Grito” que al igual expresan un sentimiento de desolación.



Por último podría decir que “El grito” es la más fiel expresión de lo que Munch sintió por mucho tiempo y que finalmente pudo inmortalizar en esta obra de arte. Y que aquel sentimiento tan noble y humano de su obra, puede entrañar tan hondo en muchos de nosotros como lo ha hecho por tanto tiempo.